DamianEl peso de las palabras de Emma cuelga en el aire entre nosotros, desafiándome a responder con algo más que una sonrisa cómplice. Y aunque todo esto es parte del plan, aunque he calculado cada paso para asegurarme de que caiga en la red que he tejido, no puedo evitar sentir una chispa de satisfacción. Ha sido sorprendentemente fácil. Emma, tan dulce y vulnerable, se está acercando más a mí de lo que pensaba en tan poco tiempo.Una sonrisa torcida se forma en mis labios, y decido jugar un poco más con el momento.—Estás haciendo trampa, pequeña —digo, con un tono bajo y cargado de intención—. Yo pregunté primero.Veo cómo sus mejillas se tiñen de rojo, y me acerco lo suficiente para que nuestras respiraciones se mezclen. Su pulso se acelera, y lo sé porque mi propia respiración está acompasada con la suya.—Pero si lo que quieres es una confirmación —susurro cerca de sus labios, dejando que mi voz roce su piel como una caricia—, entonces sí, Emma. Me encantaría ser parte de ese
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