Bueno bueno, que el Blackthorne mayor a entrado al juego! las cosas se van a empezar a poner muy feas por aquí. Besooos y gracias por leer.
EmmaEn definitiva, nada en este día ha salido como lo había pensado al salir de casa, por el contrario ha sido una completa locura y una vergüenza monumental para mi.Es que ¿Cuándo será el día en que deje de verme como una pobre mujer en apuros enfrente de él?Camino en silencio hacia la oficina, seguida por Damian, mientras siento mi piel ardiendo bajo la blusa manchada de café caliente. A pesar del dolor y de la incomodidad, no me atrevo a decir nada. Aun con la vergüenza y el ardor punzante, lo que más me intimida en este momento es el hombre que camina a mi lado.Esta faceta de él es completamente nueva para mí. Nunca lo había visto tan tenso, tan rabioso. Ni siquiera cuando enfrentó a Victoria en esta misma oficina mostró esta intensidad. Ahora, en cambio, siento la furia contenida emanando de él como un fuego encendido, y me asusta un poco, aunque no hacia mí, sino hacia aquellos que se atrevieron a atacarme.Nada más atravesar la puerta y entrar a la oficina con la puerta cer
EmmaMe siento en el lavabo, con el corazón palpitando en la garganta y el calor ardiente en el pecho. El dolor del café quemándome la piel no es nada en comparación a la incomodidad de estar aquí, sola, esperando que Damian regrese para ayudarme. Su tono de voz suave pero decidido me ha dejado clavada en este lugar, sin atreverme a moverme, mientras la piel en el pecho sigue ardiendo. Sé que me he sonrojado de pies a cabeza solo de pensar en lo que acaba de pedirme.Me llevo las manos a los botones de la blusa con un nudo en el estómago. Nunca he estado así de expuesto delante de alguien como él, con esa seguridad, esa intensidad en sus ojos. No es como con Jhon con quien los encuentros eran aburridos y metódicos, casi obligados; no hay nada que me asuste o me haga sentir pequeña, sino más bien una mezcla entre nervios y… anticipación.Después de un segundo más de indecisión, desabrocho la blusa y la deslizo por mis hombros, quedando en mi sujetador. La piel me arde tanto que apen
DamianEl peso de las palabras de Emma cuelga en el aire entre nosotros, desafiándome a responder con algo más que una sonrisa cómplice. Y aunque todo esto es parte del plan, aunque he calculado cada paso para asegurarme de que caiga en la red que he tejido, no puedo evitar sentir una chispa de satisfacción. Ha sido sorprendentemente fácil. Emma, tan dulce y vulnerable, se está acercando más a mí de lo que pensaba en tan poco tiempo.Una sonrisa torcida se forma en mis labios, y decido jugar un poco más con el momento.—Estás haciendo trampa, pequeña —digo, con un tono bajo y cargado de intención—. Yo pregunté primero.Veo cómo sus mejillas se tiñen de rojo, y me acerco lo suficiente para que nuestras respiraciones se mezclen. Su pulso se acelera, y lo sé porque mi propia respiración está acompasada con la suya.—Pero si lo que quieres es una confirmación —susurro cerca de sus labios, dejando que mi voz roce su piel como una caricia—, entonces sí, Emma. Me encantaría ser parte de ese
DamianSi hay algo que odio, es que las cosas se salgan de control.Me considero obsesionado con el control, con el orden y fiel a los planes, por eso el hecho de que ahora vaya con una Emma herida e inconsciente me cabrea.El trayecto al hospital es un torbellino de luces intermitentes y sirenas que perforan mis oídos. La furia hierve bajo mi piel, mezclándose con la impotencia y el enfado. Emma sigue inconsciente, y cada segundo que pasa sin que despierte es una espina más que se clava en mi mente recordandome que he bajado la guardia.Pude ser yo, probablemente deberpia serlo, y ese pensamiento me hace pensar si no me he equivocado al involucrarla en mi venganza.Sin embargo, a estas alturas ya no hay marcha atrás, todo está demasiado avanzado y ella… ella es parte vital.Sin embargo, la idea de que alguien pudiera dispararle y casi matarla, de que lo hicieran en mis narices, me enfurece. Todo está saliéndose de control y eso es algo que no puedo permitirme. No ahora.Cuando la am
Damian¡¿Emma no es hija real de la familia Williams?!Estoy sentado en mi coche con el informe médico de la familia WILLIAMS en el lado del pasajero, y el grupo sanguíneo realmente no coincidía.Las luces del hospital están brillando en la distancia como una advertencia. Mi mente está revuelta y mis manos aprestan el volante.Todo lo que está a punto de ocurrir amenazaba con trastocar mis planes.¿Quién más tiene la misma sangre?Mi mente recorro rápidamente toda la información rastreable hasta... Se forma un retrato.No tengo elección, aunque no quiero involucrar a esa persona.Pero sólo dudo unos segundos antes de marcar el teléfono.El tono del teléfono suena tres veces antes de que Tomas conteste con su voz áspera y directa.—¿Qué pasa, Damian? No esperaba tu llamada a estas horas.—Necesito tu ayuda —digo, sin rodeos.Hay un breve silencio antes de que suelte una risa sarcástica.—¿Mi ayuda? Oye, esto si que no me lo esperaba ¿Y para qué sería eso? No pienso maquillar la situa
Emma El dolor punzante en mi abdomen me despierta lentamente, trayéndome de vuelta a la realidad con una sacudida. Parpadeo varias veces, desorientada, mientras mis ojos se adaptan a la luz blanca y brillante de la habitación. Me toma unos segundos entender que estoy en un hospital. Un escalofrío de alarma me recorre, y trato de sentarme, pero un dolor abrasador me atraviesa, arrancándome un jadeo ahogado. La puerta se abre de golpe y un médico entra rápidamente, acercándose a mí con pasos decididos. —Señorita Williams, con calma —dice, levantando una mano en señal de advertencia—. La herida aún no está cicatrizada. Parpadeo varias veces, tratando de procesar sus palabras. —¿La herida? —murmuro con la voz rasposa y el sabor amargo de la desorientación en la boca. El médico asiente, observándome con detenimiento. —¿Qué es lo último que recuerda, señorita Emma? Respiro hondo y cierro los ojos mientras la memoria regresa a trompicones. Salíamos de la empresa, caminábamos juntos.
Emma¿Emma… White?La propuesta de Damian me ronda la mente sin descanso. No solo me dijo que quería tener algo conmigo, lo cuál ya me genera emociones confusas, sino que dijo esta dispuesto a respaldarme, a darme un nombre, un nuevo comienzo que me ayudaría a enfrentar a mi madre, a Jhon y al mundo entero. Pero todo se siente surrealista. La puerta de la habitación se abre suavemente, sacándome de mis pensamientos. Melissa entra, su rostro cansado y con los ojos enrojecidos. No he podido verla desde el día anterior, ya que la policía llegó mientras Damian estaba aquí, justo después de la propuesta… Que oportunos, y un analgésico terminó por enviarme al sueño. Al verla, una ola de alivio me recorre el cuerpo.—¡Vas a matarme de un susto un día de estos! —dice Melissa, con un tono de reproche cariñoso mientras se acerca—. Te prohíbo que salgas herida otra vez.No puedo evitar una risa leve, pero el dolor en el abdomen se encarga de recordarme mi condición y me hace fruncir el ceño
—¡Silencio! —el sonido del mazo del juez golpeando el estrado nos devuelva a todos al presente—. Iniciamos la audiencia de divorcio entre la señorita Emma Williams y el señor Jhon Blackthorne —anuncia el juez, un hombre de aspecto severo y canoso que estudia cada rostro en la sala con una intensidad intimidante.Melissa se pone de pie con su traje gris impecable y da un paso adelante, proyectando una confianza inquebrantable.—Su honor, la parte demandante, Emma Williams, solicita el divorcio por motivos de abuso físico y emocional, infidelidad y maltrato reiterado por parte del señor Jhon Blackthorne. Pedimos que se conceda el divorcio sin compensación a su favor y que mi cliente conserve la totalidad de su patrimonio. Además, solicitamos una indemnización por los daños físicos y emocionales causados. Presentaremos pruebas contundentes que respaldan estas acusaciones.Siento los ojos de todos los puestos en mí. Mi corazón late con fuerza, y aunque trato de mantener la compostura, la