DAMIÁN El sol golpea con fuerza, filtrándose a través de las ramas de los árboles que bordean el parque. El aire está cargado de un murmullo constante: familias jugando, parejas paseando, niños corriendo tras pelotas o bicicletas. Es un día cualquiera, pero para mí, no hay nada ordinario en esto. Cada paso que doy es calculado, cada mirada que lanzo, sospechosa. Estoy en territorio enemigo, aunque nadie aquí lo sepa. Mi cuerpo está tenso. La sensación de que alguien me sigue no me abandona desde que llegué. Mis ojos recorren el parque, buscando algo o a alguien fuera de lugar. Respiro profundamente para calmarme, pero mi mente está en constante alerta. Un hombre se acerca desde la izquierda, demasiado cerca. Es alto, delgado, viste ropa casual que no llama la atención, pero su mirada parece fija en mí. No tengo tiempo de reaccionar antes de que me hable. —Disculpe, ¿sabe dónde puedo encontrar una cafetería cercana? —pregunta, con una voz que intenta sonar relajada, pero not
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