—A partir de hoy, todos seremos lobos oscuros. Descubrirán que ser como yo tiene sus ventajas. Ya no seremos los lobos que tiemblan ante un ciclo inútil. Les revelaré algo que nadie sabe, y es que yo jamás he sufrido el ridículo ciclo de la bestia. Caleb alzó una mano, y frente a todos, esta se transformó en una garra afilada, oscura como la noche, e iba a desgarrar el pecho de Noa para arrancar su corazón con planes de comerlo; sin embargo, el rugido gutural de Ethan, que resonó en el salón como una tormenta desatada, lo detuvo. Las puertas se abrieron de golpe, golpeando las paredes con un estruendo que silenció las conversaciones. Todos los alfas presentes giraron la cabeza hacia la entrada, con los cuerpos tensos ante la presencia de Ethan. Los ojos de Ethan brillaban con un rojo profundo, por la manifestación de Ferus, quien luchaba por salir a la superficie. —¡Padre! Veo que aprovechaste mi ausencia —gruñó Ethan. Sus pasos eran lentos pero seguros, y con cada movimiento, l
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