Caleb salió triunfante, con una sonrisa altiva marcando su rostro mientras el eco de sus pisadas resonaba en el gran salón. Los alfas lo siguieron en silencio, algunos con expresiones pensativas, otros con admiración apenas contenida. Por su parte, Cloe permaneció estática, recorriendo el rostro de cada hombre presente hasta que su mirada chocó con la de Liora. En ese instante, una oleada de rabia atravesó su cuerpo como un fuego voraz.—¡Ethan! —gritó su nombre con desesperación y desafío.Ethan, quien ya se disponía a dejar que la tensión del momento se disipara, se giró lentamente hacia ella. La intensidad en los ojos de su futura luna lo descolocó por un instante, pero su expresión permaneció inquebrantable.—¿Qué sucede, Cloe? —preguntó Ethan, con un matiz de curiosidad, mientras las miradas de los alfas restantes se clavaban en la humana con un desconcierto evidente.Cloe avanzó un paso, alzando el rostro con una valentía que sorprendió incluso a Samira, quien la observaba inc
En la privacidad de su estudio, Ethan apretaba con fuerza su antebrazo derecho, sintiendo cómo su sangre parecía bullir dentro de sus venas. La sensación era insoportable, una mezcla de ardor y punzadas que lo hacía tambalearse ligeramente. Aunque no habían pasado muchas horas desde que bebió la sangre de Cloe, su sistema clamaba desesperadamente por más, como si aquella sustancia en su organismo librará una batalla sin tregua contra sus glóbulos rojos y blancos.Kael y Noa, situados a unos metros, lo miraban con preocupación, ya que a través del vínculo que compartían con su alfa supremo, podían sentir el tormento que le causaba aquella lucha interna. Kael dio un paso adelante, pero la voz firme de Ethan lo detuvo.—Kael, lleva a mi cuñada contigo —ordenó Ethan con un tono implacable a pesar del dolor que atravesaba su cuerpo—. Es tu compañera; protégela. No olvides que sigue siendo humana, y nuestra gente aún no se acostumbra del todo.Kael inclinó la cabeza, complacido, mientras
La atmósfera en la habitación era sofocante, cargada de tensiones no resueltas y emociones a flor de piel. Ethan, envuelto en la lucha interna que lo devoraba, cruzó el umbral hacia el baño, dejando un rastro de ropa tras de sí. Al entrar a la ducha, el agua fría que caía sobre su piel no hacía mucho para calmar la tormenta en su interior; apenas un alivio momentáneo frente al caos que bullía en sus venas. Al salir, con la toalla ceñida a la cintura y las gotas resbalando lentamente por los músculos marcados de su abdomen, sus ojos se posaron en Cloe, quien yacía inmóvil en su lado de la cama, con la espalda hacia él.Sabía que no dormía. —Sé que estás despierta— murmuró con voz ronca y cargada de deseo intenso. Sin obtener respuesta, se acercó con sigilo, tomando una de las rosas blancas que siempre hacía colocar junto a la mesilla de ella. Con la delicadeza de quien sostiene algo sagrado, deslizó los pétalos por el brazo expuesto de Cloe, siguiendo el contorno de sus facciones con
El cuerpo de Cloe temblaba por completo y sus rodillas amenazaban con ceder. Pero no sabía de dónde sacaba fuerzas para resistirse; su enojo no se disipaba, aunque ansiaba estar entre los brazos de Ethan, no se lo permitía.En un movimiento continuo, sus cuerpos forcejeaban, pero su fuerza no era nada en comparación con la de ese alfa desesperado que solo quería saciarse lujuriosamente.Ethan la arrastró hacia la cama y Cloe pasó a quedar debajo de él. Aunque estaba agitada y completamente excitada, movía la cabeza de lado a lado.—No quiero... —murmuraba con la voz entrecortada.—Dices algo que verdaderamente no deseas. Puedo oler tu excitación —la voz de Ethan era un gruñido ronco casi animal. Besaba constantemente el cuello de su amada, con los ojos cerrados, y aunque ansiaba saborear sus labios, Cloe se lo impedía girando la cabeza con violencia.No era solo ella quien estaba constantemente al límite, excitada y llena de lujuria.Con una calma que claramente no tenía, Ethan desliz
La luna llena iluminaba tenuemente la majestuosa mansión del aquelarre, y los muros negros relucían bajo la fría luz nocturna. Mason, el imponente rey de los vampiros, reposaba en su lecho de terciopelo rojo, envuelto en una bata de seda negra. Pero su descanso fue abruptamente interrumpido por un golpe apremiante en la puerta.—¿Quién se atreve a molestarme a esta hora? —gruñó Mason con irritación mientras se incorporaba, y sus ojos carmesíes brillaban con amenaza.Uno de sus hombres irrumpió en la habitación, visiblemente nervioso.—Señor, perdóneme, pero… ese hombre que antes era humano está aquí. Transformado en… esa cosa. Ha estado rondando el laboratorio desde hace días.Mason lo observó fijamente, procesando la información. Su sorpresa fue inmediata, pero pronto fue reemplazada por una furia helada.—¿Qué busca? —preguntó con frialdad, aunque sus dedos se tensaron al sujetar la bata.—No lo sabemos, mi señor. Solo sé que… parece que espera algo. Como el laboratorio está tan cer
Flashback:Robin estaba en medio de la carretera, y la luz de los faros de los autos que pasaban lo bañaba en una luz fría y distante. Su cuerpo estaba tenso, como si de alguna manera no supiera cómo llegó hasta allí. No recordaba nada, más allá de ese momento, de ese vacío aterrador que lo rodeaba. El suelo parecía moverse bajo sus pies, y la confusión lo mantenía atrapado, como si todo fuera un sueño del que no podía despertar.—¿Cómo llegué aquí?Su cabeza le dolía, y sus pensamientos eran un laberinto sin salida. Solo lograba recordar fragmentos borrosos: su exnovia Cloe, el arreglo floral que le había enviado, el rostro de un mensajero con una noticia que lo destrozó. «Cloe... me rechazó...»«¿Y ahora qué?», pensó, desesperado. «¿Qué hago aquí? ¿Qué me pasó?»Antes de que pudiera pensar en algo más, un auto de lujo se detuvo frente a él. La ventanilla se bajó y un hombre con un traje oscuro y elegante lo miró con una calma inquietante."¿Te llevo a casa?" El hombre preguntó con
Pasó las puntas de sus dedos por la pequeña cicatriz en su cuello, recordando el momento exacto en que él la marcó. Y un sentimiento de frustración y arrepentimiento la inundó. —Se lo permití. Soy una tonta… — se recriminó en voz baja, odiándose un poco más.Pero al mirar de nuevo al espejo, algo extraño ocurrió. Retrocedió, casi cayendo, cuando vio lo que su reflejo le mostraba. Su cabello, antes oscuro, era ahora blanco como la nieve. La piel de su brazo derecho estaba cubierta de runas brillantes, y sus ojos brillaban con un verde intenso. Cloe tragó saliva con fuerza, incapaz de comprender lo que veía. ¿Quién era esa mujer? ¿Esa que se veía tan diferente de ella?Su mente se nubló en un abrir y cerrar de ojos. Se vio corriendo junto a un lago, vestida con ropas antiguas que ni siquiera reconocía. La escena era tan vívida, tan palpable, que por un momento pensó que era real. De entre los arbustos, apareció una figura masculina. Al acercarse, Cloe vio que ese hombre tenía las mis
Por otro lado, Teresa se detuvo en el umbral del salón, con los ojos fijos en la figura de Kael mientras se movía con una sorprendente agilidad en la cocina.Llevaba un pantalón de chándal holgado que caía con desenfado sobre sus caderas y una franela ajustada que dibujaba las líneas de su torso de manera sutil, sin ser excesivamente musculoso. Su cabello largo y marrón, recogido en un moño alto que dejaba al descubierto su rostro, combinado con una barba perfectamente cuidada, le daba un aire rústico y sofisticado al mismo tiempo.Era el tipo de hombre que podía ser el protagonista de un sueño… o de un problema.Por un momento, Teresa se permitió admirarlo. La facilidad con la que Kael manejaba los utensilios en la cocina, como si estuviera en su elemento, le pareció hipnótica.«¿Podría acostumbrarme a algo como esto?», pensó fugazmente, sorprendida por la suavidad de la idea. La posibilidad de despertar cada día con el aroma de pan fresco y la imagen de un hombre tan guapo prepara