Andrés, con suavidad, levantó a su hija en brazos y la llevó hacia su cuarto. Su esposa, Sandra, lo siguió, observando cómo él se mostraba un poco más calmado al estar cerca de su hija. Al llegar a la habitación de la pequeña, Andrés la acostó con cuidado en su cama. Sandra se acercó y, con ternura, le dio un beso en la frente.—Que duermas bien, mi amor —le susurró Sandra a la niña, acariciándole el cabello.Andrés también se inclinó para darle un beso en la mejilla.—Buenas noches, princesa —dijo, sonriéndole dulcemente.Una vez que la niña quedó tranquila, Andrés y Sandra salieron del cuarto en silencio, caminando hacia su habitación. Ambos sabían que necesitaban hablar, pero el ambiente estaba tenso. La pequeña ya se había dormido, y ahora el foco de atención era entre ellos.Al entrar a su cuarto, Sandra se giró hacia su esposo, quien estaba nuevamente algo distante.—Andrés, sé que algo te está pasando, y no puedo dejar de notar que no estás siendo tú mismo —dijo Sandra con un t
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