MarcosComo siempre, lo escucho antes de verlo y me preparo para el ataque que se avecina.— Buenos días —dice una voz alegre, interrumpiendo mi concentración.Levanto la vista y me quedo mirando mi imagen reflejada en el espejo, de pie en la puerta. Con un metro ochenta de estatura, ambos somos figuras imponentes. La piel aceitunada de James es ligeramente más oscura que la mía, ya que pasa más tiempo al aire libre. Sin embargo, tenemos los mismos ojos oscuros y pómulos prominentes, un recuerdo de nuestra herencia italiana. La principal diferencia, sin embargo, es que James juega con nuestra buena apariencia, mientras que yo prefiero pasar a un segundo plano.— ¿Cómo está mi alter ego esta mañana? —Sonríe, se aparta del marco de la puerta y entra en mi oficina sin que nadie lo invite. Siempre está tan alegre.— Trabajar. Algo a lo que pareces no gustarle —digo, sabiendo que esa afirmación es una mentira absoluta. James dirige su exitosa empresa de desarrollo inmobiliario, que está re
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