La boca de Elena se vuelve una fina línea y en lugar de hacer lo que su instinto le dice, eso de irse lejos y lo más rápido posible, se acerca a él acortando la distancia sin detenerse para darle una fuerte bofetada que lo toma por sorpresa, haciéndolo voltear la cara.—Tú a mí no me llamas puta, ¡tú no me conoces!—Claro que te conozco —sisea Henry mirándola con odio, la toma por el brazo y la acerca a él con un gesto intimidante que a Elena no le causa nada—. Eres la mojigata a la que le desperté el apetito sexual.—Tú lo único que me despertaste es el radar antipendejos que nunca supe usar —se suelta de su agarre y retrocede dos pasos—. ¿Qué demonios haces aquí?—Tus padres han sido muy colaboradores, sólo tuve que decirles que te extrañaba, que me enamoré de ti y por supuesto, que soy hijo de un elegante senador…—¡Ja,ja,ja! De todo eso lo único cierto es que eres hijo de un senador, porque dudo que me extrañaras, que te enamoraras y menos que tu padre sea tan elegante o no tendrí
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