Estuardo llegó a la mansión Ferreti con el corazón latiéndole como un tambor. Su mente era un torbellino de furia y preguntas, todas dirigidas a su tío. Las palabras de Sofía resonaban en su cabeza, cada una más inquietante que la anterior.Entró al vestíbulo de un empujón y subió las escaleras sin mirar atrás, decidido a confrontarlo. Fabio, el guardaespaldas personal de Jan Carlo, lo interceptó antes de que pudiera alcanzar la puerta del despacho.—No puede pasar, señor Estuardo —dijo Fabio con tono firme, bloqueándole el paso.Estuardo apretó los puños.—Quítate del medio, Fabio. Tengo que hablar con mi tío.—Son órdenes del señor Jan Carlo. No puede ser molestado.Estuardo dio un paso hacia él, su mirada ardía con determinación.—Pues dile que voy a entrar, le guste o no. Si no quieres que esto termine mal, hazte a un lado.Fabio lo observó por un momento, sopesando la situación. Finalmente, suspiró y se apartó, permitiéndole el paso.—Bajo su responsabilidad, señor.Estuardo asin
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