—¿Esto es una especie de broma? —preguntó, intentando mantener la calma. Aún no podía entender cómo había terminado en esa situación, completamente aislada en la casa de campo con Estuardo, sin una explicación clara de lo que él pretendía.Estuardo negó lentamente con la cabeza, su mirada seria, pero sin perder ese toque de suavidad que le dedicaba a ella en momentos como este.—No, Sofía. No es una broma —dijo, acercándose un poco más—. Programé estos días para nosotros. Necesitaba alejarme de todo, de todos, y aclarar las dudas que tengo. De lo que siento por ti.Sofía sintió un nudo en el estómago, una mezcla de nerviosismo y desconcierto. Estaba enfadada, frustrada por la manera en que Estuardo había manejado todo, pero al mismo tiempo, una parte de ella no podía evitar sentirse intrigada.—No estoy segura de que esto sea lo correcto, Estuardo... —comenzó a decir, pero él la interrumpió con una leve sonrisa.—No tienes que decidir ahora. Solo quiero que caminemos juntos, hablemos,
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