—Gabriela, ¡qué inútil eres! —Cintia despertó, pálida y exhausta. Al enterarse de que Álvaro había estado y luego se había marchado, suspiró, desanimada—. Estoy al borde de la muerte, perdiendo sangre como loca, y aun así intenté darte otra oportunidad con él. ¿Cómo no aprovechaste? ¿Te gusta ver cómo Noelia se siente tan segura?“Me da igual”, respondió Gabriela, cortante.Cintia la miró, atónita. Luego, con un tono más serio, preguntó:—¿No estarás ignorándolo solo por Noelia, verdad? ¿Lo has pensado bien?—Sí. —Gabriela asintió, con una serenidad que transmitía su decisión.Al ver su expresión, Cintia entendió. Gabriela había renunciado a cualquier esperanza en su hermano.—Está bien, espera a que me recupere —suspiró Cintia, esbozando una sonrisa—. Te presentaré a alguien mucho mejor: ¡joven y hasta más guapo!Gabriela sonrió, sin tomarse en serio el comentario. Joven, sí, tal vez, pero “guapo” era otra historia. Después de todo, había sido el parecido de Álvaro con Emiliano lo que
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