Sofía caminaba de un lado a otro en su habitación, sus tacones resonando con cada paso sobre el suelo de mármol. La tensión en el aire era palpable, sus pensamientos se arremolinaban en su mente, todos girando en torno a Lucius. La incertidumbre la estaba devorando por dentro. Alejandro, tan cerca de ella y, a la vez, tan distante. Lucius, siempre en las sombras, observando. Sentía que algo estaba a punto de romperse, pero no podía identificar qué. Tenía que actuar rápido, antes de que todo se le escapara de las manos. Algo no estaba bien.La puerta de su habitación se abrió de golpe, interrumpiendo su marcha frenética. Entró Ramón, su tío, con esa manera tan suya de moverse, como si el mundo entero le perteneciera. Su mirada era una mezcla de desprecio y algo más oscuro, algo que siempre le hacía sentirse incómoda, pero la atraía al mismo tiempo.— ¿Qué quieres? — preguntó Sofía, deteniéndose y cruzando los brazos, tratando de mantener la compostura.Ramón no respondió de inmediato. E
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