Lucas observaba el reloj de la pared de su aula con una impaciencia que parecía hacer que las manecillas se movieran más despacio. El día había sido interminable, y aunque intentaba concentrarse en las actividades escolares, su mente siempre volvía a lo mismo: su madre y ese hombre, Cedric. Sabía que hoy era su primer día de trabajo con él, y el malestar que sentía desde que había escuchado la noticia no lo dejaba en paz.Cuando finalmente sonó la campana de salida, Lucas se levantó de un salto, casi tirando su silla en el proceso. Los otros niños lo miraron, algunos con curiosidad, otros con indiferencia, pero él no prestó atención. Solo había una cosa en su mente: ver a su mamá. Asegurarse de que estaba bien.Mientras caminaba hacia la puerta de la escuela, sintió una ligera presión en su mano. Era Elena, su amiga, quien lo había alcanzado y ahora caminaba a su lado con una sonrisa tranquila en el rostro.— Tranquilo, Lucas — le dijo con su tono despreocupado, como si todo en el mund
Sofía caminaba de un lado a otro en su habitación, sus tacones resonando con cada paso sobre el suelo de mármol. La tensión en el aire era palpable, sus pensamientos se arremolinaban en su mente, todos girando en torno a Lucius. La incertidumbre la estaba devorando por dentro. Alejandro, tan cerca de ella y, a la vez, tan distante. Lucius, siempre en las sombras, observando. Sentía que algo estaba a punto de romperse, pero no podía identificar qué. Tenía que actuar rápido, antes de que todo se le escapara de las manos. Algo no estaba bien.La puerta de su habitación se abrió de golpe, interrumpiendo su marcha frenética. Entró Ramón, su tío, con esa manera tan suya de moverse, como si el mundo entero le perteneciera. Su mirada era una mezcla de desprecio y algo más oscuro, algo que siempre le hacía sentirse incómoda, pero la atraía al mismo tiempo.— ¿Qué quieres? — preguntó Sofía, deteniéndose y cruzando los brazos, tratando de mantener la compostura.Ramón no respondió de inmediato. E
— Vine por ti — repitió Cedric, sin perder la compostura —. Sabía que no tienes auto, así que pensé que sería más cómodo para ti que te llevara al trabajo.Antes de que Clara pudiera responder, Lucas intervino una vez más, su voz cargada de una hostilidad que no podía ocultar.— Mi tío Julián vendrá por nosotros. Él nos llevará — dijo, mirando a Cedric con una expresión desafiante.Clara miró a su hijo, sorprendida por su tono. Lucas siempre había sido directo, pero nunca tan frío o tan abiertamente combativo. Algo en su comportamiento estaba cambiando, y no sabía cómo manejarlo.— Lucas... — comenzó Clara, avergonzada —, iré por mi bolso, mientras esperamos a Julián.— Está bien — dijo, manteniendo su sonrisa mientras bajaba a la altura de Lucas, mirándolo directamente a los ojos, y una vez Clara desapareció, prosiguió —. Sé que no te caigo bien, Lucas. Pero eso es irrelevante. Estoy interesado en tu madre, y si sigues interfiriendo, cosas malas pueden suceder.El rostro de Lucas pal
Julián mantuvo su sonrisa, evaluando la reacción de Alejandro con cuidado. Sabía que estaba tocando un punto sensible, pero también sabía que debía mantener la calma.— Nada — respondió con ligereza —. A ella no le molesta. De hecho, es Lucas quien siempre pide por mí.Alejandro apretó la mandíbula, una señal clara de que algo lo estaba carcomiendo por dentro. La relación entre Clara y él fue tensa desde que ocurrió el accidente, pero quería intentarlo, sin embargo, no solo quería destruir a Sofía, sino a su familia. Y, que ahora su mejor amigo estuviera tan cerca de su..., de Lucas, de alguna manera, lo hacía sentir desplazado y no entendía por qué, ya que no había recuerdos en su mente.— Debes enfocarte más en tu trabajo, Julián — dijo Alejandro con un tono cortante —. No te distraigas con niñerías. No viniste de lejos solo para eso.Julián se detuvo por un segundo, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y molestia. No le gustaba que Alejandro lo tratara con tanta condescendenc
Mientras conducía, no pudo evitar echar una mirada al retrovisor. Alejandro estaba estacionado a una distancia donde podía observarlos, pero no lo suficientemente cerca como para ser obvio. Julián sonoro para sí mismo. No era la primera vez que Alejandro se comportaba de esa manera, tan controlador, tan incapaz de dejar ir ciertas cosas. Pero hoy, le resultaba particularmente interesante. Llegaron a la cafetería, un pequeño lugar acogedor, apartado del bullicio de la ciudad, pero el bullicio de los niños era más que suficiente. Era un sitio con historia para ambos, donde Lucas y Alejandro se habían conocido meses atrás. Un lugar donde las decisiones importantes parecían más fáciles bajo el aroma del café recién hecho y el murmullo suave de las conversaciones ajenas. Mientras estacionaba el coche, Julián notó que Alejandro se había detenido a una distancia prudente, claramente vigilando. No hizo ningún movimiento para confrontarlo; en lugar de eso, se concentró en disfrutar del moment
Los días avanzaban lentamente, pero para Clara, cada uno se sentía más pesado que el anterior. Una sensación constante de incomodidad la invadía, como si todo a su alrededor hubiera cambiado de manera sutil pero perceptible. Cada paso que daba en la oficina era acompañado por la sensación de que estaba siendo observada. Miradas invisibles la seguían, y aunque nunca lograba ver a nadie, el escalofrío en su espalda no desaparecía. Era como si una sombra se hubiera instalado en su vida, acechándola desde las esquinas.Aquel día, tras una reunión tensa y agotadora, decidió tomarse un respiro. Bajó a la cafetería del edificio empresarial, buscando un momento de tranquilidad en medio del caos habitual de su trabajo. Mientras sostenía su taza de café caliente, caminó por el vestíbulo, rodeada de empleados que iban y venían, absortos en sus propias vidas. Sin embargo, la sensación de vigilancia la alcanzó de nuevo.Clara sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. Disimuladamente, mien
Clara llegó a su apartamento esa noche, exhausta, pero incapaz de calmar el torbellino de pensamientos que la acosaban. Cerró la puerta detrás de ella, sintiendo el peso de la llave en su mano como si fuera un ancla que la mantenía conectada a la realidad. Dejó su bolso sobre la mesa del vestíbulo y se dirigió al salón, donde las luces tenues apenas lograban iluminar el espacio. Todo parecía normal, pero en su mente no había nada que pudiera considerarse "normal" después de lo que había sucedido hoy.— Llegaste tarde hoy. — La voz de su amiga la sorprendió —. ¿Está todo bien?Lucía observó a su amiga con el semblante preocupado, se acercó a ella y le tomó de la mano.— Solo fue un día raro — susurró Clara, observando la mano de su amiga, sosteniéndola —. Gracias por cuidar de Lucas.— Sabes que lo hago con mucho gusto. Ese niño es asombroso e inquietante. — La miró fijamente —. Ya está dormido. Deberías hacer lo mismo, amiga.Clara asintió y luego se despidieron.¿Sofía? La imagen de e
El aire fresco de la mañana se deslizaba suavemente por las calles mientras las hojas caían de los árboles, dibujando patrones dorados en el suelo. Lucas caminaba hacia la escuela, su pequeña mochila colgando de sus hombros. A su lado, su niñera hablaba animadamente, tratando de distraerlo con cuentos de animales, aunque el niño apenas prestaba atención. Su mente estaba ocupada con otros pensamientos, más complejos para un niño de su edad, pero que él enfrentaba con una madurez inusual.Cuando llegaron a la entrada de la escuela, la niñera se despidió con un rápido «Adiós, Lucas», antes de girarse y marcharse. La maestra, que ya había visto a Lucas acompañada por la misma niñera muchas veces, lo observaba desde la distancia. Después de lo que había sucedido la última vez, era cuidadosa, pero no lo suficiente como para intervenir. Cedric ya había aparecido antes, y desde entonces había notado la inquietud en Lucas, pero nada que pudiera hacerle pensar que algo estaba fuera de lugar.Sin