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Todos los capítulos de El Ceo, mí Papá: Capítulo 71 - Capítulo 80
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71 - Distracciones baratas.
El aire en la oficina estaba cargado de una tensión palpable. La situación cada vez empeoraba, y Clara se tenía que tragar sus ganas de llorar y gritar. Había hecho de todo para recuperarlo, al menos darle una mínima muestra de que ella existió en su vida, pero nada parecía funcionar y hoy sería su último intento; porque luego de hoy, comenzaría a pensar en ella y en Lucas. Clara entro en la oficina de Alejandro, y le tendió un sobre.— Quiero que lo veas y me digas si eso no significa nada para ti… — Alejandro la miró con una seriedad inmutable, como si ella fuera solo una insignificante mujer demente intentando atraparlo. No estaba lejos de la realidad, aunque ambos se querían —… Por favor.Alejandro soltó un suspiro, sacó el contenido del sobre, que era la última foto, tomada por el mismo. Se quedó concentrado en ella, se sentía raro y furioso al mismo tiempo. Tenía una sonrisa radiante, mientras Clara y Lucas estaban atrás, sonriendo a la cámara. Soltó un suspiro casi cansino y mi
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72 - No permitas que te trate así...
Cedric frunció el ceño, pero rápidamente miró a Clara, buscando una explicación. Clara, sintiendo el peso de la situación, decidió intervenir antes de que las cosas se pusieran más tensas.— Cedric, el señor Ferrer sufrió un accidente hace algún tiempo, — explicó Clara con voz tranquila, aunque por dentro sentía cómo su corazón se aceleraba.Cedric la miró con incredulidad, el ceño fruncido mientras procesaba la información. Su mirada pasó de Clara a Alejandro, y luego de vuelta a Clara.— ¿Señor Ferrer? — preguntó Cedric, su tono incrédulo —. La última vez que nos vimos, ustedes….Clara lo interrumpió rápidamente, sabiendo hacia dónde se dirigía su comentario.— El señor Ferrer no recuerda parte de su vida pasada, Cedric — repitió, su tono firme pero sereno, como si intentara mantener el control de la situación —. Es un tema delicado.Cedric asintió lentamente, pero su expresión no estaba libre de sorpresa. Miró a Alejandro, como si intentara encontrar en él algún rastro del hombre q
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73 - El avance...
Clara se sentó en la cafetería de la oficina, con los ojos clavados en el café que sostenía entre sus manos. El vapor cálido que se elevaba de la taza no lograba disipar el frío que sentía en su pecho. Era un frío constante, una sensación de vacío que la acompañaba desde el accidente de Alejandro, desde esa fatídica noche en que su vida se había dividido en un "antes" y un "después". Un antes lleno de amor y certezas, y un después lleno de dudas, de miradas vacías y recuerdos rotos.Julián se sentó frente a ella, con una expresión que mezclaba preocupación y simpatía. Había sido su amigo desde que todo comenzó a desmoronarse. Aunque era el mejor amigo de Alejandro, también había sido un apoyo importante para Clara durante los momentos más difíciles. El peso del silencio entre ellos era casi insoportable hasta que Julián decidió romperlo.— Clara — comenzó con calma, su voz suave pero firme —, ¿cómo has estado? Sé que todo esto ha sido… complicado, pero no puedes dejar que la situación
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74 - ¿A dónde crees que vas?
Clara se quedó sin palabras, sorprendida por lo claro que Lucas veía la situación. Por un segundo, se echó a reír. Era una idea tan absurda, casi ridícula en su complejidad. Pero luego, el peso de la realidad la golpeó, y su risa murió en su garganta. ¿Reconquistar a Alejandro? ¿Realmente estaba tratando de hacer eso? ¿O simplemente estaba esperando que él, de alguna manera, recordara lo que habían sido?Alejandro ya parecía estar continuando con su vida, o al menos eso demostraba. El beso de Sofía era prueba de ello.Clara se agachó, poniéndose de cuclillas frente a Lucas, forzando una sonrisa mientras intentaba desviar la conversación.— Hoy apareció alguien especial en la oficina — dijo suavemente, acariciando la mejilla de su hijo.Lucas la miró con curiosidad, pero no era tonto. Sabía que su madre estaba cambiando de tema, pero decidió seguirle el juego. Ya se encargaría de averiguar qué pasaba en otro momento.— ¿Quién era? — preguntó, con esa mezcla de interés y desconfianza que
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75 - Necesito que me ayudes...
Julián lo miró, intentando mantener la calma. Sabía que, en el fondo, Alejandro no era el hombre que estaba mostrando ser últimamente. Pero también sabía que este no era el momento para suavidades.— Voy a la escuela por Lucas — respondió Julián, sin rodeos —. Clara tiene algo que hacer, y me pidió que lo recogiera. Además, ya es la salida. No hay nadie más.Alejandro frunció el ceño, su expresión cambiando de sorpresa a burla en cuestión de segundos.— ¿Te has convertido en el niñero de Clara ahora? — preguntó con una sonrisa cínica.Julián, normalmente paciente, sintió cómo la sangre le hervía ante el comentario. Los ojos de Alejandro lo desafiaban, como si el hombre que alguna vez había sido su mejor amigo estuviera probando los límites de su lealtad.Julián lo observó con una seriedad que rara vez mostraba.— Alejandro — comenzó, su voz baja pero cargada de tensión —, ¿a qué estás jugando? — Hizo una pausa, esperando una reacción, pero Alejandro solo lo miraba en silencio —. Tienes
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76 - Ha seguido con su vida...
Aparcó frente a la casa de Sofía, un edificio elegante y frío, como la familia que lo habitaba. Sofía apareció en la puerta antes de que él pudiera bajar del coche, con esa sonrisa de suficiencia que comenzaba a irritarlo más de lo que él mismo admitía. Su padre, el poderoso e imponente Ernesto, la seguía a unos pasos de distancia, con una expresión que no ocultaba su desagrado.Cuando Ernesto se dio cuenta de que era Alejandro quien se había estacionado frente a su casa, su rostro se tensó aún más. Sofía, en cambio, alzó el mentón con una mezcla de arrogancia y satisfacción, como si cada movimiento que hacía fuera parte de una coreografía cuidadosamente orquestada. Alejandro apagó el motor, sintiendo un nudo en el estómago mientras observaba la escena.Eduardo no tardó en volverse hacia su hija, su mirada dura y afilada.— ¿Estás segura de esto, Sofía? — preguntó con un tono bajo y amenazante, lo suficientemente suave para que Alejandro no lo oyera desde el coche, pero cargado de una
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77 - Sígueme la corriente.
Sofía, siempre astuta, decidió no presionar más. Sabía que la situación era delicada, y prefería dejar que Alejandro procesara lo que veía, pero sin correr el riesgo de perderlo todo nuevamente. Por dentro, Sofía sonreía. Todo estaba saliendo según su plan.Mientras Alejandro se sentaba en la mesa, su mirada se mantenía fija en Clara y Cedric. El hombre hablaba con una confianza que irritaba a Alejandro, como si supiera algo que él no. Y Clara ... Clara parecía cómoda, más relajada de lo que la había visto en mucho tiempo. ¿Qué estaba pasando realmente? ¿Por qué lo molestaba?En ese momento, Clara levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de Alejandro. Todo el aire del restaurante pareció evaporarse. Los segundos se estiraron, y aunque nadie más lo notó, para ellos dos el tiempo se detuvo.¿Por qué la estaba mirando como si estuviera molesto?Alejandro sintió un tirón en el pecho, algo que no podía explicar. Ella era parte de su vida, lo sabía con certeza. Y ahora, más que nun
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78 - Reconquistar a Alejandro.
En ese momento Clara recordó nuevamente la conversación que tenían antes de que todo se fuera al carajo.— No lo sé. Me he sentido cómoda últimamente, pese… — Y entonces, todo se fue a la mierda… otra vez.Su corazón se volvió a romper. Alejandro estaba dejando que Sofía lo bese, que lo acaricie y lo peor es que ella sonreía, dejando claro que había ganado. Cedric al percatarse, miró y entendió.— ¡Ey! No los mires. — Clara forzó una sonrisa y le sonrió ampliamente.— Tienes razón. Es hora de ampliar mis horizontes. Sería un placer trabajar contigo, Cedric.Entonces, Cedric sonrió y Alejandro se percató de eso, sintiéndose extrañado.— Es bueno que ella haya decidido avanzar. Te ha olvidado muy rápido — ronroneó Sofía.Alejandro observó cómo ambos se pusieron de pie, y deseaba seguirlos. Su instinto le gritaba que la detuviera, pero… ¿Por qué lo haría?Clara se percató de cuan observada estaba siendo por ambos, aunque sus ojos seguían fijos en la distancia. Sabía que Cedric tenía razó
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79 - Mi carta de renuncia.
Lucas bajó la mirada por un momento, procesando las palabras de Julián. Sabía que no podía forzar a su Alejandro a recordar, pero no podía rendirse tan fácilmente. Alejandro era como un padre, y aunque no fuera el mismo de antes, Lucas estaba seguro de que, en el fondo, todavía quedaba algo de ese hombre que había sido su héroe.— Lo entiendo, Julián — dijo finalmente Lucas, con voz tranquila pero decidida —. Pero tenemos que intentar algo más. Si no podemos hacer que recuerde por sí mismo... — hizo una pausa, mordiéndose el labio, antes de soltar la idea que había estado rondando por su cabeza —, quizá podríamos hacer que se ponga celoso. Eso podría ayudar.Julián arqueó una ceja, claramente no convencido por la idea.— ¿Celoso? — repitió, como si la palabra le resultara extraña en ese contexto —. No estoy seguro de que sea una buena idea, Lucas. Alejandro está... en un estado complicado. No creo que jugar con sus emociones sea el camino.Pero Lucas no se echó atrás. Había pensado en
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80 - Sentimientos colapsados.
El reloj en la pared marcaba las diez de la mañana con un leve tic-tac que resonaba en la oficina de Alejandro, una habitación amplia y luminosa, pero que en ese momento parecía más pequeña, más asfixiante. Frente a su escritorio, de pie en una postura tensa, Clara sostenía un sobre blanco. Su rostro estaba pálido, pero su mirada era firme. El silencio entre ellos era denso, cargado de emociones no dichas, de palabras atrapadas entre suspiros contenidos.Alejandro, sentado en su silla de cuero, la miraba con los ojos entrecerrados, intentando procesar lo que acababa de ocurrir. ¿Renunciar? ¿Acaso había escuchado bien? Clara, la mujer que había estado a su lado incluso cuando él no lo merecía, estaba de pie frente a él, entregándole su renuncia. El sobre en su mano quemaba como si fuera un hierro al rojo vivo, y aunque sus dedos lo sostenían con frialdad, por dentro sentía que todo en su vida se desmoronaba.— ¿Por qué? — quería preguntar, pero las palabras no salían de su boca. Él era
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