—¿Cómo pudiste, Ale? —dijo, en un susurro apenas audible—. ¿Cómo pudiste hacerle esto a tu hermana… a nosotros? Te desconozco…Ale, que había permanecido en silencio, decidió que ya era suficiente. Dio un paso hacia adelante, el corazón le latía en los oídos. El peso de tantas miradas llenas de odio, decepción la sacudieron, pero no iba a demostrar que le estaba doliendo. —Basta —dijo claro y fuerte—. Esto tiene que parar.Todos giraron hacia ella sorprendidos por su tono. Había dolor en sus ojos, pero también una seguridad impresionante. Miró a su madre, luego a su padre y a Vanessa que seguía furiosa.—No voy a pedirles que me entiendan —continuó, sin bajar la mirada—, porque sé que no lo harán y no espero que lo hagan. Nunca lo han hecho. Pero tampoco voy a quedarme aquí mientras ustedes me destrozan con insultos, como si todo esto fuera solo mi culpa. Sí, me enamoré de Alan. Sí, lo que hice estuvo mal. No voy a justificarme, porque no hay excusa. No tiré la piedra para luego esc
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