Sus manos empiezan a temblar, se pone pálida de repente, me ve confundida, no entiende lo que digo. Intenta decir algo pero nada sale de sus carnosos labios carmesí, le tiendo mi mano para que regrese conmigo, sin embargo, niega con la cabeza. —Me estás diciendo que tú, Dominic Dallas, eres mi Dios del inframundo. ¿Cierto? —asiento con la cabeza —me estas tomando el pelo, eso debe ser, no es posible siquiera, no, no, yo me hubiera dado cuenta, yo... —Respira, respira —me acerco lentamente a ella, no quiero que se vuelva a alterar —yo tampoco lo sabía, lo acabo de descubrir.—¿No estas molesto? —me pregunta con voz suave, tiene un toque de miedo. —Para nada, la vida nos demostró que nos tiene un camino juntos, ya sea como Mandy y Dom, o como Perséfone y Hades. Lo importante es que ambos estemos de acuerdo en esto. Lo único que me genera duda es si tú ¿Quieres ser mi Perséfone? —la veo fijamente a los ojos, no quiero que dude de lo que le digo. —Te juro, que lo consideré antes de e
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