Ronny sintió el calor subiéndole por el rostro hasta las raíces de su cabello, y aunque intentó disimularlo, el rubor lo delataba. Esa respuesta de César lo había dejado sin palabras, algo muy raro en él, y para su sorpresa, había visto cómo la mirada del hombre se volvía más intensa, más fija en él. ¿Cómo podía alguien despertar ese deseo y, al mismo tiempo, transmitir tanta seguridad?Justo cuando Ronny abrió la boca para responder, el camarero llegó a su mesa, interrumpiendo el momento.—Disculpen, caballeros, ¿ya están listos para ordenar?César sonrió y le dirigió una última mirada a Ronny antes de volverse hacia el camarero.—Claro, creo que sí. ¿Tú qué dices, González? —preguntó, su tono sugerente apenas disimulado, como si aún estuviera saboreando ese sutil coqueteo de hace un momento.Ronny, sintiendo el corazón acelerado, respiró profundo y, con la mejor sonrisa profesional que pudo reunir, asintió.—Sí, estamos listos.Ambos pidieron su almuerzo y, una vez que el camarero se
Leer más