Fabrizio —¿En qué piensas, vampirito? ¿Qué idea ronda tu cabeza? —pregunta Eva.—Oh, mi querida mercenaria, en mi cabeza revolotean cientos de cosas a la vez... Y en este preciso momento no puedo decidirme por solo una —contesté, y era absolutamente cierto.Habían pasado tantas cosas en los últimos días, y el castillo había estado revolucionado como nunca antes. Y eso que, en los últimos años, habíamos experimentado ataques, invasiones, la llegada de humanos, dos Lunas como nunca se había visto. —Apuesto a que tiene que ver con Cielito, la hechicera, o con este bendito ataque de los rogues —comenta, intentando sacarme información mientras caminábamos hacia la biblioteca. Eva es una buena compañía: inteligente, fuerte, perceptiva, y se había acercado rápidamente a Celeste. Creía que había sido una buena decisión convencer al rey de que perdonara la vida a la vampira. Me llamaban Fabrizio el Sabio, y esperaba seguir con mi buena racha.—¿Por qué ambos eventos estarían separados? —Teo
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