La cena de las velas pasó como una especie de sueño lúcido. Selene no recordaba nada de la velada, su mente había estado lejos, replanteándose su vida entera y sus decisiones. Estar a solas, sin su esposo, le había servido para darse cuenta de que ya no podía soportar más fingir ser la esposa y madre feliz que todos creían que era. -Mamá… ¿Dónde está Ágatha?- Preguntó su hijo a la mañana siguiente cuando la mujer no lo visitó en su cuarto como acostumbraba a hacer. -Cariño… Agatha… ella…- Selene se mordió el labio con fuerza. No podía decirle la verdad a su hijo. Eso le rompería el corazón. Para él su padre era su héroe, su todo, no podía destruirle la ilusión- Agatha tuvo que volver porque tuvo unos problemas familiares. -¿Pero va a volver?- La ilusión se pintó en los ojos celestes de su hijo. -No Leo, ella no va a volver- La odiaba, odiaba tener que hacerle esto a su hijo, sabía muy bien que Leónidas quería a Agatha como una tía, era parte de la familia, aunque Dionisio siempre
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