—Lucía, después de que Óscar me ayudó anoche, iba a regresar a tu casa, pero no pudo abrir la puerta, así que le ofrecí quedarse aquí. No pienses mal, por favor.—Yo no estoy pensando nada raro, pero ¿por qué te sientes en la necesidad de explicármelo? — preguntó mi cuñada con picardía.Luna, claramente nerviosa, se sonrojó.Mi cuñada, que conocía bien a su tímida amiga, decidió no presionarla más con preguntas.—Bueno, yo ya he comido, pero Óscar, ya que estás aquí, come bien. Disfruta la comida.—Luna, cuando termines, podemos salir a dar un paseo y almorzamos fuera.—Raúl dijo que hoy nos invita a almorzar, que elijamos lo que queramos comer.—Ah, está bien, — respondió Luna, pero con un tono distraído.Después de decir esto, mi cuñada salió, moviendo sus caderas con su típico vaivén.Luna exhaló profundamente, como si se quitara un peso de encima.Al verla tan nerviosa, no pude evitar encontrarla adorable.No habíamos hecho absolutamente nada malo y, sin embargo, Luna parecía siemp
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