Capítulo37
Jamás habría imaginado que Luna no me echaría de su casa de inmediato, sino que, por el contrario, me invitaría a quedarme a desayunar.

Me sentí satisfecho al instante.

Parecía que Luna no me odiaba tanto como lo había pensado.

Rápidamente me senté en la mesa.

Con las mejillas aún sonrojadas, Luna me lanzó una mirada de reproche y dijo: —Primero ve a lavarte la cara.

—Está bien, está bien, voy enseguida, — respondí con una sonrisa, obedeciendo como un fiel niño al que se le da una orden.

Fui al baño a lavarme, mientras Luna me observaba alejarme. Sin darse cuenta, una rápida sonrisa se dibujó en su rostro.

No sabía si lo que estaba haciendo era lo correcto, pero después de todo, anoche yo la había salvado.

Yo era su salvador.

No podía dejar que su salvador simplemente se fuera de su casa con el estómago vacío, ¿verdad?

Esto sería solo una forma de devolverme el favor.

En cuanto a todo lo demás, Luna prefería no pensar en ello.

Al poco tiempo, regresé con la cara limpia.

Luna me entregó
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