—¿Entonces qué quieres decir con eso?— Lucía me miraba fijamente a los ojos, preguntándomelo a propósito.Yo, lleno de nervios, no sabía cómo decirlo directamente, así que respondí: —Tú sabes bien qué es lo que me molesta y también sabes qué es lo que quiero que hagas.—Además, esta vez no fui yo quien lo propuso, fuiste tú misma, ¿cómo pudiste pues engañarme?Sin perder tiempo, me respondió: —¿Cómo fue que te engañé? ¿Acaso te dije que te haría acabar con la mano?Dijo esas palabras tan crudas que me hicieron sonrojar.Pero, si era honesto conmigo mismo, tenía que admitir que nunca lo había dicho exactamente.Fui yo quien asumió, de manera atrevida, que ella iba a ayudarme de esa forma.No supe qué decir, me quedé sin palabras, lleno de frustración.Aunque lo que decía Lucía era verdad, no podía evitar sentirme engañado.—Óscar, levanta la cabeza y mírame a los ojos, — me dijo de repente.Con resignación, levanté la cabeza y la miré.Me observaba seriamente y me preguntó: —Cuando me m
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