Capítulo30
No, no eran para nada gemidos de placer.

Eran más bien gemidos de dolor.

—Luna, ¿qué es lo que te pasa?— Entré de inmediato sin pensarlo, solo para encontrar a Luna inclinada junto a la cama, con una mano colgando hacia el suelo, y su cuerpo empapado en sudor.

Inmediatamente tomé su mano y sentí que estaba helada. Le toqué la frente y, para mi sorpresa, estaba ardiendo de fiebre.

Además, mostraba síntomas de vómito.

Parecía claramente un caso de gastroenteritis.

Que podía llevarla a la deshidratación.

La ayudé a acostarse y comencé a masajearle el abdomen.

Mi técnica de masaje podía ayudar a aliviar el dolor en su vientre/

También ayudaba a acelerar el movimiento intestinal.

Bajo mis manos, los síntomas de Luna finalmente empezaron a mejorar.

Me miró, débilmente, y dijo: —Óscar, gracias... de veras muchas gracias.

Le sequé el sudor de la frente con delicadeza y le pregunté preocupado: —Luna, ¿qué comiste esta noche?

—Bebí un poco de leche fría y comí algo de fruta. No pasó mucho tiemp
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