Todos los capítulos de Venganza de la Luna médica milagrosa: Capítulo 41 - Capítulo 50
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41
Alaia sentía el frío suelo bajo su cuerpo, el eco de su caída resonaba por el vacío pasillo de piedra. Apenas podía moverse, su brazo derecho y pie izquierdo pulsaban de dolor, y un zumbido molesto retumbaba en su cabeza. El presente y el pasado se entrelazaban, confundiéndola. En su mente, un recuerdo se abría paso, desgarrador y claro como si hubiese ocurrido el día anterior. —Yo soy tu amiga, Mandy, confía en mí —dijo Agnes, con esa sonrisa que solía tranquilizarla—. Estoy segura de que Liam no anda extraño. Recuerda que pronto tendrá el título de Alfa sobre sus hombros; debe ser estrés. Mandy, como la conocían entonces, miró a su amiga y sonrió de vuelta, confiando en sus palabras. Tenía días notando a Liam distante, frío, pero Agnes siempre encontraba una razón lógica, una excusa que hacía que no se preocupara. Claro, el estrés del futuro Alfa, las responsabilidades, el peso de la manada sobre sus hombros... Mandy, ingenua, había aceptado esa explicación, aferrándose a la ide
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Nolan observaba a Alaia mientras vendaba una de sus heridas. A pesar de que sus manos se movían con destreza, había algo en ella que no cuadraba. Sus heridas no sanaban tan rápido como deberían, al menos no para una loba. Era un detalle que, bajo otras circunstancias, podría haber pasado desapercibido, pero en ese momento, Nolan no podía ignorarlo. —Es curioso —murmuró, su tono era casual, pero sus ojos estaban atentos a cada gesto de ella—. Tus heridas no sanan tan rápido como las de otras lobas. Alaia mantuvo la compostura, aunque por dentro, un nudo de tensión comenzó a formarse en su estómago. Sabía que esa pregunta llegaría eventualmente. Desvió la mirada hacia la herida, como si eso pudiera ayudarla a pensar más rápido. —Es por… mi loba —explicó, su voz serena—. Después de que el padre de los mellizos me rechazó quedó afectada. Desde entonces, mi curación no ha sido la misma. Nolan asintió lentamente, sus ojos escrutaron el rostro de Alaia con una intensidad que la hizo
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En la casa del Alfa, el ambiente estaba cargado de tensión. —No puede ser, Nolan —Liam caminaba de un lado a otro en su despacho, su voz tensa—. ¿Estás seguro de que fue Lucía? ¡Es la mejor amiga de mi esposa! Nolan no desvió la mirada. Sabía que su hermano tenía que escucharlo, aunque fuera difícil de creer. —Liam, las pruebas son claras —respondió con serenidad—. Encontramos cabello y fluidos en la casa de Ragnar que la implican directamente. Además, hay una posibilidad de que esté involucrada en su asesinato. Liam se detuvo en seco. El aire en la habitación pareció congelarse ante la gravedad de las palabras de su hermano. Sabía que Nolan no era de lanzar acusaciones sin fundamento, pero, ¿Lucía? Era algo imposible de procesar. —Quiero ver las pruebas —dijo Liam, sus ojos oscuros fijos en los de Nolan—. ¿Estás absolutamente seguro? —Si no confías en mi palabra, puedes revisar tú mismo las muestras. Están en el laboratorio —contestó Nolan sin titubear—. Pero te digo que lo que
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Nolan estaba de pie con los brazos cruzados sobre el pecho, observando a Alaia con dureza. Ella dio un paso hacia atrás, y su mente luchó por encontrar una respuesta. Su pulso retumbaba en sus oídos y su lengua parecía haberse vuelto de plomo. ¿Qué podía decirle? No había ninguna justificación válida para lo que había hecho. Finalmente, tras titubear un par de veces, levantó la vista para encontrar los ojos fríos de Nolan. —Yo… vi tu historial médico —admitió en voz baja, casi como si quisiera que las palabras se desvanecieran en el aire. El rostro de Nolan se endureció aún más, si es que eso era posible. Su tono se volvió seco, cortante. —¿Y por qué estás revisando mi historial médico? No eres mi médica de cabecera ni tienes autoridad para hacerlo —sus palabras cayeron como cuchillos, afilados y llenos de reproche. Alaia mordió su labio inferior, sintiendo la presión creciente en su pecho. Decidió que la única salida era decirle la verdad, aunque sabía que no aliviaría la situa
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La tensión en el aire era palpable entre Nolan y Liam. El resentimiento que se había acumulado durante años finalmente estaba a punto de estallar.Liam, con el ceño fruncido, fue el primero en romper el silencio.—No andes diciendo eso, Nolan, y menos en un sitio público —dijo con tono de advertencia.—¿Qué te preocupa tanto, Liam? ¿Tienes miedo de que la verdad salga a la luz? —preguntó Nolan con una chispa de burla en su tono, sus brazos estaban cruzados en una postura desafiante.Liam apretó la mandíbula, conteniendo su ira. —Es mi reputación… y la de Alaia la que está en juego —habló entre dientes—. Los rumores estúpidos pueden destruirlo todo. No hay nada entre nosotros, y lo sabes.—No te creo ni una palabra —se inclinó un poco hacia él—. Siempre has tenido esa habilidad para mentir sin pestañear.El rostro de Liam se contrajo de rabia. —¡No estoy mintiendo! —le gritó, su voz resonaba en el pasillo—. ¡Tu obsesión por Alaia ha escalado demasiado como para que inventes algo así
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Durante una visita, Agnes, con su implacable calma, notó algo diferente en Lucía. Cuando ella intentó hablar sobre sus miedos a las consecuencias legales, Agnes no le prestó atención. En cambio, la miró con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.—Espero que no estés pensando en hacer algo estúpido, Lucía —dijo suavemente, pero con un tono amenazante.Lucía sintió un escalofrío, pero intentó mantener la calma.—No, solo estoy preocupada…Agnes no respondió, pero ya había trazado un plan. Sabía que Lucía era un riesgo. Rosa, una prisionera de aspecto fiero, se convirtió en su instrumento y empezó a intimidar a Lucía cada vez que podía. Un día Rosa la golpeó sin previo aviso, dejándola sangrando. Cuando Lucía intentó reclamar a los guardias, estos la ignoraron.Luego la emboscó en la ducha y la amenazó con un cuchillo. Lucía intentó defenderse, pero Rosa era más fuerte.—Agnes te manda saludos —dijo, antes de darle el golpe final.El cuerpo de Lucía fue encontrado horas después y los g
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Alaia se apresuró a rectificar, con voz temblorosa.—Me confundí… Quise decir que nunca vi un árbol de secoya antes —intentó arreglarlo, pero sabía que ya era demasiado tarde.Nolan la miró fijamente, con ojos llenos de sospecha.—Las mentiras tienen las patas cortas, Alaia. Y tú hace rato que no sabes mentir —dijo con frialdad.La tensión entre ellos alcanzó un punto álgido. De repente Nolan se levantó del banco y llamó a su sobrino.—Nos vamos, Logan. Despídete —ordenó, ignorando las protestas del niño y de Sally, quienes seguían jugando sin prestar atención al conflicto de los adultos.—Espera, Nolan —rogó Alaia, poniéndose de pie rápidamente y hablando en voz baja—. Logan… no he compartido mucho con él últimamente. Deberíamos quedarnos un poco más, por favor.Nolan se quedó inmóvil por un momento, mirando a un punto lejano en el parque, sin responder de inmediato. Alaia lo miraba con ansiedad creciente, temiendo lo que iba a decir.Finalmente habló, su voz estaba cargada de resent
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Alaia respiró hondo, tratando de juntar el coraje que necesitaba. Ya no podía retroceder, había llegado el momento de ser honesta… al menos en parte.—Estoy aquí por Logan —dijo finalmente, con la voz apenas audible—. Sólo vine por él... es mi hijo, Nolan, y lo merezco de vuelta.Las palabras resonaron en el aire como un eco doloroso. Nolan no se movió por un momento, pero finalmente una sonrisa amarga se dibujó en su rostro.—Eso era lo que esperaba escuchar —murmuró, con un tono lleno de una tristeza que apenas podía disimular—. Haz lo que tengas que hacer, Alaia.Ella lo miró, sorprendida por su respuesta. No había esperado que lo tomara con tanta calma, y esa tranquilidad la inquietaba aún más. —Nolan, yo... —empezó a decir, pero se interrumpió. No parecía encontrar las palabras adecuadas para esa situación sin que se viera comprometida a decir la verdad por completo.Nolan se giró hacia su escritorio, volviendo a concentrarse en sus papeles como si la conversación hubiera termin
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Liam se quedó inmóvil tras escuchar el nombre de Agnes salir de los labios de Rosa. La incredulidad y la rabia se entrelazaron en su interior, formando un nudo en su pecho. ¿Agnes? ¿Su mujer? ¿La Luna de su manada? Era imposible, pero al mismo tiempo, no podía ignorar la certeza con la que Rosa lo había dicho.—¿Qué estás diciendo? —gruñó Liam, su voz baja pero cargada de furia contenida—. ¡No juegues conmigo, Rosa!Rosa, aún agitada y con el sudor resbalando por su frente, mantuvo su sonrisa irónica, aunque sus ojos reflejaban cansancio y temor. Luchar contra el poder de un Alfa no era fácil, y Liam la había empujado al límite.—Es la verdad —respondió con dificultad—. Yo no la conocía, sólo sé que vino con dinero y me dio instrucciones claras. Nadie debía saber nada... y mucho menos tú.Liam apretó los puños, la furia quemándole por dentro. Sentía como si todo su mundo comenzara a desmoronarse. Agnes, la mujer que había elegido para ser su Luna, la que debía estar a su lado para pr
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50
Logan miró a Alaia en silencio, y luego a Sally, como si intentara encontrar alguna señal que le confirmara que lo que le decían era cierto. Cuando finalmente habló, lo hizo con voz entrecortada.—¿De verdad eres mi mamá?Alaia asintió lentamente, sus dedos temblando al acariciar su mejilla.—Sí, cariño. Lo soy. Y te amo más que a nada en este mundo. Pero... necesito que me guardes este secreto. ¿Puedes hacerlo por mí?Logan no dudó ni un segundo. Una sonrisa brillante se dibujó en su rostro mientras asintió rápidamente, sus ojos brillando de emoción.—¡Sí! ¡Puedo hacerlo! —exclamó con entusiasmo—. ¡Te lo prometo!Alaia sintió un alivio momentáneo al ver la felicidad en el rostro de su hijo. Sin embargo, el dolor en su pecho no desapareció por completo. Sabía que mantener ese secreto no era la solución, y la situación con Agnes y Liam solo empeoraría con el tiempo.Logan necesitaba estar con ella, lejos de todo ese caos. No podía permitir que su hijo siguiera creciendo en un ambiente
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