Alaia se apresuró a rectificar, con voz temblorosa.—Me confundí… Quise decir que nunca vi un árbol de secoya antes —intentó arreglarlo, pero sabía que ya era demasiado tarde.Nolan la miró fijamente, con ojos llenos de sospecha.—Las mentiras tienen las patas cortas, Alaia. Y tú hace rato que no sabes mentir —dijo con frialdad.La tensión entre ellos alcanzó un punto álgido. De repente Nolan se levantó del banco y llamó a su sobrino.—Nos vamos, Logan. Despídete —ordenó, ignorando las protestas del niño y de Sally, quienes seguían jugando sin prestar atención al conflicto de los adultos.—Espera, Nolan —rogó Alaia, poniéndose de pie rápidamente y hablando en voz baja—. Logan… no he compartido mucho con él últimamente. Deberíamos quedarnos un poco más, por favor.Nolan se quedó inmóvil por un momento, mirando a un punto lejano en el parque, sin responder de inmediato. Alaia lo miraba con ansiedad creciente, temiendo lo que iba a decir.Finalmente habló, su voz estaba cargada de resent
Alaia respiró hondo, tratando de juntar el coraje que necesitaba. Ya no podía retroceder, había llegado el momento de ser honesta… al menos en parte.—Estoy aquí por Logan —dijo finalmente, con la voz apenas audible—. Sólo vine por él... es mi hijo, Nolan, y lo merezco de vuelta.Las palabras resonaron en el aire como un eco doloroso. Nolan no se movió por un momento, pero finalmente una sonrisa amarga se dibujó en su rostro.—Eso era lo que esperaba escuchar —murmuró, con un tono lleno de una tristeza que apenas podía disimular—. Haz lo que tengas que hacer, Alaia.Ella lo miró, sorprendida por su respuesta. No había esperado que lo tomara con tanta calma, y esa tranquilidad la inquietaba aún más. —Nolan, yo... —empezó a decir, pero se interrumpió. No parecía encontrar las palabras adecuadas para esa situación sin que se viera comprometida a decir la verdad por completo.Nolan se giró hacia su escritorio, volviendo a concentrarse en sus papeles como si la conversación hubiera termin
Liam se quedó inmóvil tras escuchar el nombre de Agnes salir de los labios de Rosa. La incredulidad y la rabia se entrelazaron en su interior, formando un nudo en su pecho. ¿Agnes? ¿Su mujer? ¿La Luna de su manada? Era imposible, pero al mismo tiempo, no podía ignorar la certeza con la que Rosa lo había dicho.—¿Qué estás diciendo? —gruñó Liam, su voz baja pero cargada de furia contenida—. ¡No juegues conmigo, Rosa!Rosa, aún agitada y con el sudor resbalando por su frente, mantuvo su sonrisa irónica, aunque sus ojos reflejaban cansancio y temor. Luchar contra el poder de un Alfa no era fácil, y Liam la había empujado al límite.—Es la verdad —respondió con dificultad—. Yo no la conocía, sólo sé que vino con dinero y me dio instrucciones claras. Nadie debía saber nada... y mucho menos tú.Liam apretó los puños, la furia quemándole por dentro. Sentía como si todo su mundo comenzara a desmoronarse. Agnes, la mujer que había elegido para ser su Luna, la que debía estar a su lado para pr
Logan miró a Alaia en silencio, y luego a Sally, como si intentara encontrar alguna señal que le confirmara que lo que le decían era cierto. Cuando finalmente habló, lo hizo con voz entrecortada.—¿De verdad eres mi mamá?Alaia asintió lentamente, sus dedos temblando al acariciar su mejilla.—Sí, cariño. Lo soy. Y te amo más que a nada en este mundo. Pero... necesito que me guardes este secreto. ¿Puedes hacerlo por mí?Logan no dudó ni un segundo. Una sonrisa brillante se dibujó en su rostro mientras asintió rápidamente, sus ojos brillando de emoción.—¡Sí! ¡Puedo hacerlo! —exclamó con entusiasmo—. ¡Te lo prometo!Alaia sintió un alivio momentáneo al ver la felicidad en el rostro de su hijo. Sin embargo, el dolor en su pecho no desapareció por completo. Sabía que mantener ese secreto no era la solución, y la situación con Agnes y Liam solo empeoraría con el tiempo.Logan necesitaba estar con ella, lejos de todo ese caos. No podía permitir que su hijo siguiera creciendo en un ambiente
Liam se quedó petrificado. Las palabras de Logan se repetían una y otra vez en su cabeza, pero no podía asimilar lo que acababa de escuchar. Se pasó una mano por el rostro, sintiendo la tensión acumulada en sus músculos. "Alaia es mi mamá." La declaración de su hijo seguía retumbando como una campana de advertencia.—¿Qué estás diciendo, Logan? —repitió, esta vez con un tono más áspero, como si el enojo estuviera a punto de desbordarse—. ¿A qué te refieres con eso?Logan, sin darse cuenta de la creciente tensión, sonrió con la misma inocencia de siempre, ajeno al huracán de emociones que había desatado.—¡Alaia es mi mamá! —repitió, su voz alegre—. ¡Me lo dijo hoy, papá!El corazón de Liam latió con fuerza, y de repente, todo en su cuerpo se tensó. Giró lentamente hacia Alaia, sus ojos estaban entrecerrados con furia contenida, buscando respuestas en su pálido rostro.—¿Es eso cierto? —preguntó con voz grave, las palabras se arrastraban entre sus dientes apretados—. ¡Dime la verdad!
Nolan observaba la escena con una mezcla de incredulidad y furia contenida. Liam permanecía en silencio a su lado, incapaz de articular palabra. Durante unos minutos, no hizo más que mirarla, aturdido por la revelación. La mujer que tenía enfrente no era la misma chica rubia e inocente de antaño, la que él creía haber conocido.Incapaz de soportar el silencio prolongado de su hermano, Nolan decidió tomar control de la situación. Sus ojos fulminaban a Alaia mientras avanzaba un paso hacia ella.—No voy a permitir que te lleves a mi sobrino —dijo con firmeza. Luego, se volvió hacia uno de los guardias—. Llévense a Logan.Alaia, con el rostro pálido, intentó interponerse, desesperada.—¡No, por favor, no se lo lleven! —gritó, luchando por impedir que el guardia se llevara a Logan, pero fue inútil. El niño, entre lágrimas y sollozos, extendió sus brazos hacia su madre.—¡Mamá! —lloraba, con los ojos llenos de pánico. Alaia sintió que su corazón se rompía en mil pedazos al verlo desapar
Nolan llegó a su consultorio con la respiración agitada y los ojos encendidos de ira. Apenas cruzó la puerta, la azotó con tal fuerza que el eco resonó por todo el lugar. Su cuerpo vibraba de frustración contenida. Sin pensarlo, arrasó con todo lo que había sobre su escritorio de un solo movimiento: los papeles, la computadora, y los instrumentos cayeron al suelo en un estruendo metálico. Luego, llevó ambas manos a su cabeza y jaló de su cabello con desesperación, como si eso pudiera arrancar la tormenta de pensamientos que lo carcomía por dentro.Su asistente, alarmada por el ruido, entró tímidamente al consultorio, con los ojos muy abiertos de preocupación.—¿Doctor Nolan? —preguntó, su voz temblorosa—. ¿Está todo bien? ¿Necesita algo?Nolan la miró, su rostro era una máscara de furia contenida. Apenas podía contenerse, las palabras salían cargadas de veneno.—Vuelve a tus asuntos —le espetó con frialdad—. Déjame solo.La asistente vaciló un segundo, como si quisiera decir algo más
Agnes permanecía inmóvil, con el corazón martillándole en el pecho al darse cuenta de que Liam la había descubierto. Apretó los labios, sintiendo cómo el miedo le recorría la espina dorsal, pero decidió actuar rápido. —No sé de qué estás hablando —dijo, fingiendo inocencia con una sonrisa forzada—. Lo que me gustaría saber es qué hace Alaia aquí, en mi casa. Liam frunció el ceño, su mandíbula estaba marcada por la rabia contenida. —Esta es mi casa, Agnes —le espetó, alzando la voz—. Y meto a quien me da la gana. —¿Cómo te atreves a hablarme así? —Agnes dio un paso al frente, alzando la barbilla con desafío—. Soy tu esposa, la luna de esta manada, y merezco respeto. Una carcajada seca resonó en el salón, llena de desdén. Liam la miró con frialdad, sus ojos destellaban con una furia silenciosa. —Exiges respeto cuando ni siquiera sabes lo que significa —replicó él, con cada palabra goteando desprecio—. Ya no voy a caer en tus mentiras ni en tus manipulaciones, Agnes. Se acabó. D