Al llegar a la mansión Moretti, el jardín estaba lleno de movimiento y flores. Decoradores trabajaban con rapidez, mientras la madre de Max, la señora Revetti, supervisaba cada detalle con un rostro tan rígido como impecable. Apenas vio a Alessa, se acercó con una enorme caja entre sus brazos, y, sin perder tiempo, exclamó con un tono autoritario pero emocionado— ¡Alessa, querida! gracias a Dios ya estás de regreso, este es el vestido. Debes probártelo ahora mismo y luego descansar, tienes que estar radiante para el gran día, finalmente mañana mi pequeño Max y tú se unirán en matrimonio.Alessa, un poco sorprendida y sin saber si replicar, recibió la caja, sintiendo el peso de las expectativas de la señora Revetti y la solemnidad del momento. Isabella, que estaba a su lado, intercambió una mirada de impaciencia con su hermana y cuando iba a intervenir para poner en su lugar a la desagradable señora, Alessa negó con un simple movimiento de cabeza.—Claro, señora Revetti —respondió Ale
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