«¿La esposa? Qué interesante esta chica», pensó Alberto, esbozando una sonrisa mientras lanzaba una mirada a Alejandro.—Ah, entonces, ¿a qué has venido hoy con Alejandro?Conociendo al nieto de su viejo amigo Miguel, sabía que, aunque Alejandro tenía muchas cualidades, carecía de calidez humana, por lo que esta era una rara oportunidad para divertirse un poco con él.—El abuelo me pidió que viniera con Alejandro para desearle un feliz cumpleaños —respondió Luciana con sinceridad.—Pues te lo agradezco mucho —repuso Alberto con un asentimiento de cabeza y la animó a seguir hablando—: Ya que has venido a felicitarme, ¿qué regalo me has traído?—Alejandro sintió un nudo en el estómago, temiendo lo peor. ¿Qué podría haber preparado Luciana?Alberto no había sido muy cálido con él, y temía que esto empeorara la situación. Sin embargo, para sorpresa de todos, Luciana asintió.—Sí, traje algo.«¿En serio?», pensó Alejandro, arqueando una ceja, y le apretó la mano.—¡No me causes problemas
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