Esa noche, después de regresar a casa, me senté en mi escritorio, Necesitaba ordenar mis pensamientos y planear cómo hablar con Leonardo. Al día siguiente, me desperté temprano y me preparé para el día. Sentía una mezcla de nerviosismo y determinación. Sabía que tenía que enfrentar a Leonardo y dejar claras mis expectativas. Decidí enviarle un mensaje para pedirle que nos encontráramos en un lugar neutral. "Leonardo, necesitamos hablar. ¿Puedes encontrarte conmigo en el café cerca del parque a las 11?" Esperé unos minutos, y pronto llegó su respuesta: "Está bien, nos vemos allí." A las 11 en punto, llegué al café y vi a Leonardo esperándome en una mesa. Me acerqué y me senté frente a él, sintiendo la tensión en el aire. —Hola, Leonardo —dije, tratando de mantener mi voz firme. —Hola, Sofía. ¿De qué quieres hablar? —preguntó, su voz tensa. Tomé una respiración profunda y comencé. —Leonardo, lo que pasó la otra noche no fue aceptable. No puedes tratarme de esa manera,
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