Capítulo 45. Un plan en marcha.
Amelia se pasó una mano por el rostro, sintiéndose atrapada entre la espada y la pared. Su mirada se posó en Anaís, quien jugaba distraídamente con una muñeca en el rincón de la habitación, ajena al drama que se desarrollaba a su alrededor.—No es tan simple, señora Esmeralda —murmuró Amelia, su voz apenas audible—. Casarme con Alejandro me da miedo, vivir con él será una mentira.Esmeralda la observó con una mezcla de compasión y dureza en sus ojos.—A veces, querida, el amor de una madre requiere sacrificios que van más allá de lo imaginable, aunque después, te seguro que la vida se encarga de premiarte —dijo la mujer con convicción, como si ya hubiese pasado por algo similar en su vida.Amelia apretó los labios, intentando no dejarse llevar por la presión emocional que la señora Valente intentaba imponerle. Sabía que si aceptaba el matrimonio con Alejandro sería peligroso, no confiaba en que ella pudiera mantenerse alejada, fue inevitable que recordara cuando la besó, aunque lo hab
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