40. Con los ojos vendados por el dolor
—¿Qué fue lo qué hiciste, Elena? ¿Qué razón tendrías para no firmar?Elena acaba de sentarse, tomando los papeles que el abogado Orlando le entrega para leerlo.—Era lo mejor, créame, señor Valentino —responde el abogado Orlando—, Fattoria Verde necesita ser protegida ahora más qué el señor Gianluca no está presente. Es deber de la señora Mancini mantener el control en la empresa. Usted ha sido testigo como para no dudar.—Pero —Valentino se sienta frente a Elena, todavía confundido—, ¿Sabes lo tanto que quería Gianluca éste contrato, Elena? —observa al abogado Orlando—, lo sabes más qué yo, Orlando. No sé si haya sido una buena idea.—El señor Moretti no tiene una buena reputación en el mercado de Estados Unidos —Elena se toca parte de la herida en su vientre cuando responde—, por esa razón convencería a Gianluca de no firmar. Y si firmaba, sería muy tarde.—¿Sabía de esto? —pregunta Valentino—, ¿Gianluca sabía de las intenciones de Ítalo?—Se lo dije. No escuchaba —responde el aboga
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