DONNA CRUZMe acerqué con sigilo y el ceño fruncido, la gorra que me había lanzado la arrugué entre mis manos, enrollándola por si tenía que usarla como arma. Me asomé con cuidado, queriendo ver el rostro de ese policía con acento extraño. Tuve que apoyar una mano en la pared para no irme de cuernos, la oscuridad y la manera en la que escondía el rostro hacía más difícil poder descubrirlo. De pronto alzó su mano y me tomó por la muñeca, quitándome la mano de la pared y por tanto mi apoyo. Cuando sentí que mi rostro terminaría estampado contra la pared, cerré los ojos, esperando el dolor, en vez de eso, terminé sobre el catre, el policía había hecho girar mi cuerpo y de una manera que no comprendía, ahora él estaba sobre mí, tomándome con ambas manos de las muñecas, presionándolas a cada lado de mi rostro mientras él parecía muy cómodo entre mis piernas. Abrí los ojos de par en par y comencé a retorcerme en cuanto por fin vi su rostro. ¡Ya sabía quién era!—Que pequeño es el mundo, ¿
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