Capítulo 94. La luz que guiará mi camino.
Al llegar al aeropuerto, Abigail, Timothy, Norah y los gemelos esperaban ansiosos a Max. El ambiente estaba cargado de emoción y algo de nerviosismo. Max, al bajar de la camioneta, se quedó asombrado al ver a todos reunidos. Su padre, Francesco, había planeado todo con cautela, alejándolo de la mafia y dándole una segunda oportunidad en la vida que siempre había anhelado, incluso antes de conocer a Abigail.Francesco, con el corazón latiendo con fuerza, se acercó a Max, tomó su brazo con firmeza y le dijo con la voz entrecortada:—Perdóname, hijo.En ese momento, dejó de lado la soberbia y la imagen del hombre cruel que había construido a su alrededor. Con un gesto lleno de amor y ternura, lo abrazó, sintiendo que, a pesar de todos sus errores, Max era lo único que realmente importaba.Max, sorprendido pero aliviado, correspondió al abrazo, sintiendo que el rencor y el dolor que habían marcado su relación comenzaban a desvanecerse.—Siempre quise que estuvieras a mi lado, papá —respon
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