Era cierto, Rousse estaba bastante delgada, ya no había rastro del cuerpo voluptuoso con el que llegó aquella chica al centro de desarrollo y por el que todos los hombres dejaban ir sus ojos cuando caminaba.—Es por el estudio —contestó Rousse—, la universidad es muy estresante.—Por eso me gusta hacer ejercicio —comenté—, no te imaginas lo desestresante que es levantarse temprano en la mañana, hacer ejercicio y sacar toda esa mala energía que se acumula.—Es cierto —aceptó Carlos—, aparte que ayuda a que no pierdas masa muscular, o en mi caso, el ganar grasa. Yo suelo ser una persona ansiosa, y la ansiedad me da ganas de comer mucho, tengo el metabolismo lento y me engordo con nada. No suelo ser tan riguroso con el ejercicio como Alejandro, pero cuando me siento agobiado, voy al gimnasio y salgo renovado.Reparé a Rousse e imaginé cómo se vería su cuerpo atlético. Tuve que morder mi labio inferior para no arquear una sonrisa de pendejo al imaginarla con ropa deportiva, porque en mi i
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