¿HICISTE ESTO?Ángelo observaba la escena con una frialdad calculada, y no movió ningún dedo para detener, cualquier cosa de lo que Isabella iba a decir. Sin embargo, la mirada de su hermana seguía quemándolo, pero ella debía aprender, también, que nadie podía compadecerse de nadie.Alana miró a su familia. Su padre, Oliver, se encontraba tenso, intentando mantener la compostura, mientras William parecía estar atrapado entre el arrepentimiento y la desesperación. Isabella, por su parte, había tomado la iniciativa, acercándose a Alana con una expresión de dolor sincero.—Alana… —La voz de Isabella era suave, casi quebrada. Ella tomó la mano de Alana con una determinación, forzándola a mirarla a los ojos. La calidez de su toque contrastaba con el frío ambiente—. Escúchame, por favor —siguió Isabella, mientras las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas. Ella estaba desesperada por hacer que Alana entendiera, por mostrarle que, a pesar de todo, había una verdad que valía la pena con
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