SantosAcaricié su mejilla, luego mis dedos comenzaron a delinear su silueta perfecta, la cual parecía un guitalele por lo pequeña, pero con un perfecto cuerpo, en conjunto me gustaba mucho. No era lo que acostumbraba a ver en las mujeres, no era un requisito que fueran altas, esbeltas, de una belleza increíble, no.Mi Pequeña era linda, pero yo la veo de adentro hacia afuera. Primero vi en ella lo radical que era, lo justa y en ocasiones terca, lo mandona, regañona, pero también lo dulce, lo dedicada, lo delicioso que cocinaba y lo receptiva en cuanto a intimidad me refiero.Pellizqué sus pezones y su cuerpo se estremeció, levanté su vestido del piso y caminé con ella de la mano hasta dejarlo en uno de los muebles. Luego procedí a quitarme mi traje, todo ante una hambrienta mirada de unos ojos grises.Me encontraba excitado con la idea de hacerle el amor en la oficina. Se subió al mueble y así quedó en el mismo nivel, mis manos se apoderaron de esa jugosa porción de carne que tiene e
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