LENI—Leni, ¿estás bien? —me preguntó Leysa, pero apenas podía escucharla. La confusión y el dolor llenaban mi mente, y el único lugar donde quería estar era lejos de todos, lejos de su mirada preocupada. Sin poder contenerme, me dirigí a mi habitación y cerré la puerta con pestillo. Necesitaba un momento a solas, un instante para respirar.Cuando el silencio me rodeó, sentí que el peso de la realidad caía sobre mí. Ardian, mi mate, mi compañero, el hombre que había sido mi razón de ser, ahora se comportaba como si yo no existiera. Cada día que pasaba, cada mirada que evitaba, cada palabra que no se pronunciaba, era una daga afilada que se hundía en mi corazón. Me dejé caer sobre la cama, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos. Pero la tristeza pronto se transformó en un asco repentino.Corriendo al baño, apenas logré llegar antes de que el vómito comenzara a salir de mi boca. Mis manos temblaban, llenas de terror. La posibilidad de estar embarazada me consumía.
Leer más