LENI Han pasado dos meses desde que la tragedia de Greta y la pérdida de Rihannon sacudieron nuestras vidas. En este tiempo, Tafaryen ha comenzado a encontrar su ritmo nuevamente, como un río que, tras una tormenta, se ajusta a su cauce. Las decoraciones del palacio han cambiado, y la atmósfera es ahora más ligera, aunque todavía hay un eco de lo que fue. La vida sigue adelante, y en medio de todo este caos, Ardian y yo hemos asumido la responsabilidad de gobernar. El día se presentaba brillante y despejado, con un sol radiante que iluminaba las torres del castillo. Desde la ventana de nuestra habitación, podía ver a los súbditos de Tafaryen, hombres y mujeres que trabajaban en el patio, riendo y compartiendo historias. La risa de los niños resonaba en el aire, un recordatorio de que, a pesar de las sombras que habíamos enfrentado, la vida seguía su curso. —Mira, Argos —dije, girando hacia la cuna donde mi pequeño hijo dormía plácidamente. Su rostro redondo y sonrosado era un refle
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