LENI El aire en el bosque se sentía pesado, cargado de tensiones y emociones que estallaban en cada rincón. Los árboles, altos y majestuosos, parecían inclinarse como si quisieran escuchar la tormenta que se desataba entre nosotros. Mientras observaba la rabia en los ojos de Ardian, el tiempo pareció detenerse a nuestro alrededor, y una sensación de mareo comenzó a invadirme, aunque me esforzaba por disimularlo. La escena era caótica: los gemelos estaban a un lado, sus rostros reflejando la preocupación. Nadav, con su habitual aire de control, se mantenía cerca de mí, mientras Dax adoptaba una postura desafiante, plantado entre Ardian y yo. Reinhold observaba en silencio, su presencia imponente como un muro de piedra. —¿Qué demonios está pasando aquí? —preguntó Ardian, su voz resonando como un trueno en el aire, y podía sentir la tensión acumulándose en su cuerpo, como un resorte a punto de saltar. Mi corazón latía con fuerza, y cada pulsación parecía resonar en el silencio del
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