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Todos los capítulos de DISCULPA, el padre soy yo: Capítulo 71 - Capítulo 80
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Capítulo setenta
 Los he interrumpido en pleno ajetreo, ¿la señora todavía hace ese tipo de cosas? ¿Mis padres tendrán sexo? Me da asco de solo pensarlo.— Awa, ¿qué pasa? — Aisha me pregunta susurrando intrigada y vuelvo a la conversación telefónica.“Discúlpalo, Awa, ¿qué decías?”— ¿Tienen servicio de registro de recién nacidos en la clínica? — Pregunto, segura, de que esta señora no va a quererme para su hijo. Punto final.“No tenemos, Milo lo sabe”Responde tan tranquila que nadie podría asegurar que hace algunos segundos estaba a punto de asfixiarse.— Es que Milo está con Bombón en la clínica — No sé qué vamos a hacer, no tenemos cita en la alcaldía.“”¿Quién es Bombón?&rdquo
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Capítulo setenta y uno
“Cuando eres pequeño, tus padres te hacen acostar temprano porque dicen que entre más cansado estés, haces más travesuras y cosas estúpidas, como: golpearte, gritar, llorar, hacer crisis, etc. Ahora que soy madre, tendré que darme a mí misma el mismo consejo, porque si no duermo, voy a hacer estupideces y ahora cuenta el bienestar  y la vida de tres personitas que dependen de mí… ¿Está mal si quiero salir corriendo para encerrarme  en una habitación de un hotel y dormir durante días?” Awa — ¿Puedo ir a casa a recuperar sus documentos? —  Pregunta Aisha y ellos responden que es posible hacerlo  — ¡Dame las llaves! — Reviso en mis pantalones.Al mirar las llaves del auto, caigo en la cuenta de que no puse seguro en
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Capítulo setenta y dos
 — ¿Y está… está bien? — No estoy segura de lo que estoy diciendo.— Va a estarlo, lo siento princesa, pero no entendí nada de lo que me dijiste, solo lo de la policía ¿Podrías pasármelos, por favor?  — Le paso el teléfono a la chica que se encuentra cerca.— ¿Qué ha pasado? —  Me pregunta Aisha, quitando a la bebé de mis brazos y sacándole los gases.— Bombón tuvo una crisis respiratoria — Los ojos de Aisha se humedecen de inmediato — Pero ahora está mejor, solo que van a dejarla un poco más en el hospital.Aisha deja a la niña en su cunita y luego me abraza. Tengo ganas de llorar y de verla, pero los últimos días me la paso perdida y haciendo todas las cosas mal.— Señoras, suban al auto y sígannos — Nos dice la chica.¿Qué pudo haberles dicho Milo? ¿Nos van a llevar a una estación de policía?Activan la sirena, y todos los autos se hacen a un lado, esto es una maravilla, no tienes atascos, ni debes esperar el
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Capítilo setenta y tres
— Ni de coña — Suspira Milo y me fijo en la hora; son las ocho y treinta y dos.Milo se ha estacionado y los policías se han ido, corremos a sacar a las bebés sin tomar el cochecito triple, no tenemos tiempo para eso.Las llevamos en las cunitas portátiles y cuando entramos a la alcaldía, Melissandre se encuentra con mi bolso en sus manos y la madre de Milo nos observa con cara de pocos amigos.— ¿En serio, Milo? — No me saluda, empieza  a caminar por el lugar, como poseída.— Los padres de Vico ya han entrado, tenían la primera cita, que mi madre logró cambiar para ustedes, pero como no llegaban, los han hecho pasar a ellos — ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!Todo esto es un desastre y de verdad soy la peor madre del mundo.—  Pensé en hacerme pasar por ti, pero como vez, no me he bronceado lo suficiente y no tengo el certificado de nacimiento del hospital, no estaba en tu bolso.— ¿Cómo que no lo tienes? — Me pregunta Milo y yo l
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Capítulo setenta y cuatro
“Mi mamá es una persona que tiene muchos dichos y frases, aunque en teoría debería ser mi padre el que los dijera, ella piensa que de esa forma puede hacernos reflexionar, y, hasta hoy, no había querido prestar atención a muchos de ellos ¿Qué sucede cuando haces una tormenta en un vaso de agua?... ¡Simple! ¡No eres capaz de elegir el nombre de tus hijas!”AwaLa madre de Milo se aleja hablando por teléfono, mientras la funcionaria se sienta y se encuentra presta a imprimir el acta que le pidió su compañera. De inmediato mis ojos se llenan de lágrimas.El teléfono de la funcionaria empieza a sonar, ella lo ignora y sigue en lo suyo, pero vuelve a sonar, obligándola a detenerse y contestar.— ¿Aló? — Su expresión cambia de inmediato, mientras la madre de Milo vuelve y la mira con tanta fijeza, que da miedo — Sí, señor… Lo siento, señor… Con mucho gusto, señor — De un momento a otro y con la cara pálida, ar
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Capítulo setenta y cinco
— ¿No tienen el tercer nombre? — Pregunta la metiche de la funcionaria.— Acaban de improvisar los dos primeros — Le responde con mucha amabilidad Melissandre.— Eso no es cierto, he reflexionado mucho sobre los nombres — Responde Milo como si fuese un niño pequeño peleándose con su hermana mayor ¿En serio?— Pues lo has hecho tú solo, querido — Le reprocho, porque hasta ahora no me había mencionado estos nombres.Pienso en uno para mi pequeña, no puede ser tan difícil ¿Verdad?¡Si lo es! Es muy complicado, porque alguien podría hacerles Bullying con sus nombres, hacerles bromas, reírse de ella y  no quiero equivocarme.Ya mi pobre bebé ha sufrido mucho en sus cortas horas de vida metida en un hospital en la compañía de Aisha, que debe estar torturándola en este momento con sus susurros y canciones. Eso es algo exagerado ¡Lo sé!— Isla — Digo de un momento a otro.— ¿Cómo? — Me preguntas todos.— Se llamará, Isla —
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Capítulo setenta y seis
— Toda mi vida me has comparado con mis hermanos, y esperas que sea como ellos, que tenga el éxito que ellos tienen y gane la cantidad de dinero que ellos ganan. Para ti, soy como el hijo pobre y sin aspiraciones de la familia — Parece lastimado de verdad.Esto es muy interesante, porque con solo ver el auto y el apartamento que tiene Milo y su estatus profesional, me imagino lo que tendrán sus hermanos, ya que él se ha autonominado el hijo pobre.— Nunca te hemos comparado con nadie — Le dice su madre acercándose a él.— ¿Ah, no? ¿Y con tu hermano? Con él me comparas todo el tiempo, mamá — La señora Caroline parpadea al parecer un poco incómoda.— Eso es otra cosa, Milo. Es algo profesional y nunca te hemos comparado con él, queremos que trabajen juntos, eso es diferente, él te ayudaría a fortalecer tu potencial — Melissandre me distrae al empezar a reírse.— ¡Se ha acostado con su esposa, madre! ¡Lo sabes! Tío Iker nunca va a perdonar lo que Milo
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Capítulo setenta y siete
“Siempre me he preguntado si la locura es contagiosa, porque en ocasiones cuando observo a mis hermanas actuando de manera tan normal y resaltando cada día mi obsesión por las cosas y las personas, quisiera que ellas sufrieran algún tipo de problema como el mío ¡El que sea!... Pero, entonces, si eso pasara, ¿Quién podría ayudar a controlarme?”Awa— ¿Has enredado en tus garras a mi doctor? — Al parecer esta mujer tiene más problemas que yo.Porque al menos puedo reconocer que soy obsesiva, pero ella es bastante posesiva y todavía no lo sabe.— Querida, déjame aclararte algunas cosas — Me acerco a ella y la miro de arriba hasta abajo — Primero, no le escribo a Iván, no tengo nada que decirle y aparte de que no me interesa hacerlo, he estado muy ocupada llevando a término un embarazo de triple y dándoles a luz ¡Sin epidural! — Ella abre los ojos desmesuradamente al escucharme.Tiene que darse cuenta
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Capítulo setenta y ocho
— ¿Estabas teniendo un sueño húmedo? — Milo me mira levantando una ceja, no me gusta su expresión irónica.— No, es solo que tengo calor — Respondo deprisa y sueno mi garganta.Intento alejar mis manos del lugar donde se encuentran, pero Milo las observa con fijeza y yo trago con fuerza.— Ahí, ¿Tenías calor exactamente aquí? — Se  sube a la cama y trepa sobre mi cuerpo, se detiene en mi centro y me susurra, la vibración de su voz me hace estremecer de nuevo.Sentir su traje rozando contra mi desnudez no me ayudan para nada.— Milo, se supone que no podemos — En realidad a mí me importa cinco, no tengo por qué seguir las fórmulas creadas por la sociedad, Podemos hacerlo, ¿no?Siento su cuerpo contra el mío y como él comienza a acariciarme, parece que se encuentra en medio de una batalla, intentando decidir entre seguir adelante o detenerse por mi supuesto bienestar, aunque en este momento, lo que menos me interesa es mi suelo pélvico o
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Capítulo setenta y nueve
Corro como una poseída y salgo del supermercado y me dirijo hacia donde el auto va rodando con lentitud.— Oiga, ladrona ¿Qué se ha llevado? — Observo mis manos y veo la caja de chocolates, que cuesta cinco euros — ¡Ladrona! ¡Deténganla! — Grita el vendedor de la tienda.La gente me mira con extrañeza mientras observo como Aisha acelera un poco más ¡mierda! Seguro que correr no va a ayudarle a mi piso pélvico.Acelero mis pasos porque desde donde me encuentro puedo ver como Litia que lleva un vestido de verano blanco, se vuelve y empieza a correr al ver el auto ¡Maldición!Un vestido corto de falda de vuelos y tutú no es la mejor idea de un traje para correr, el tutú empieza a picarme por el sudor y la gente me mira como si fuera un hada.Aunque pienso que en realidad me miran como si fuese una loca disfrazada de hada c
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