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Capítulo setenta y ocho

— ¿Estabas teniendo un sueño húmedo? — Milo me mira levantando una ceja, no me gusta su expresión irónica.

— No, es solo que tengo calor — Respondo deprisa y sueno mi garganta.

Intento alejar mis manos del lugar donde se encuentran, pero Milo las observa con fijeza y yo trago con fuerza.

— Ahí, ¿Tenías calor exactamente aquí? — Se  sube a la cama y trepa sobre mi cuerpo, se detiene en mi centro y me susurra, la vibración de su voz me hace estremecer de nuevo.

Sentir su traje rozando contra mi desnudez no me ayudan para nada.

— Milo, se supone que no podemos — En realidad a mí me importa cinco, no tengo por qué seguir las fórmulas creadas por la sociedad, Podemos hacerlo, ¿no?

Siento su cuerpo contra el mío y como él comienza a acariciarme, parece que se encuentra en medio de una batalla, intentando decidir entre seguir adelante o detenerse por mi supuesto bienestar, aunque en este momento, lo que menos me interesa es mi suelo pélvico o

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