Todos los capítulos de El Rey Lycan y su Oscura Tentación: Capítulo 271 - Capítulo 280
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271. PRISIÓN DE ELEMENTALES
NARRADORALucrecia luchó con todas sus fuerzas, pataleando mientras era alzada en el aire por la mano de Silas, rodeado por un manto oscuro de tinieblas.Los espectros aullaban frenéticos, absorbiendo toda esa magia poderosa que el amo les dejaba llegar a través de su conexión.Sus botines se sacudían con espasmos en el aire, las venas se traslucían como telarañas oscuras bajo su blanca piel.Lucrecia no podía creer que su final llegaría así. No, no, ¡no podía morir así!Con lo último que le quedaba de magia, con su última voluntad, pensó en explotar como una supernova.Se llevaría a ese desgraciado a la tumba con ella.Cerró los ojos, parecía derrotada, hundida, sin esperanzas.¡Ahora! La magia vibró en su pecho, concentrada, el dolor desgarrándola por dentro, pero lo logró. Lo lograría. ¡TÚ Y YO NOS IREMOS JUNTOS, CONMIGO, HASTA EL FINAL!Rugió en su interior y abrió los ojos para darle una última mirada victoriosa.No, no, ¿por qué se reía? ¡Vas a morir, infeliz! ¡¿Por qué te est
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272. CERCA DEL ADIÓS
NARRADORASigrid bajó la mano con infinito asco, tomándola con una fuerza descomunal por el cabello marchito y mustio, obligándola a arrodillarse.—¡Mírame! —le ordenó, enfrentándola.Lucrecia no tenía fuerza ni para gritar, lágrimas de sangre bajaban por lo que alguna vez fue uno de los rostros más hermosos de esta era.—Solo lamento no poder quedarme para siempre y poder destruirte una y otra vez. Te mantendría con vida solo para quebrar cada centímetro de tu alma, como hiciste con él —le dijo con un tono frío, bajo y feroz.La magia de Sigrid salía rabiosa de su cuerpo, quemándole el cuero cabelludo a Lucrecia, que ya estaba moribunda.Sigrid convocó una daga en su mano.—Silas, libéralos con tu magia —le pidió a su compañero.Él la miró con intensidad y asintió. Pronto, dos espectros gigantescos aparecieron a su lado y saltaron al vacío, corroyendo el hierro de las cadenas.Gritos asustados se escucharon en las profundidades. Gemidos temblorosos y jadeos quebrados llenaron el air
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273. EMBOSCADA
Cuando Sigrid y Silas pasaron por la sala donde Lucrecia los había llevado la primera vez, presenciaron el desastre que había quedado detrás. Así fueron avanzando a través de los mismos pasillos oscuros.Sigrid no se sentía muy bien; esa puñalada a traición todavía ardía en su pecho, pero no quería preocupar a Silas. Algo la hacía mantenerse pegada por completo a él. Tenía miedo, esa era la verdad. Le apretó la mano con fuerza cuando llegaron a la entrada.Las estatuas de acceso estaban en la zona subterránea. La brisa fría de la noche les daba en el rostro a través del enorme agujero sobre sus cabezas. Silas estrechó su cintura, besando su frente con tanto amor, obsesionado por siempre sentirla cerca de su cuerpo. Estaba por completo rendido ante esa mujer, solo lamentaba no verla por completo, mostrando su propio cuerpo.Enormes alas oscuras brotaron como bruma de su espalda. Se impulsó remontando las alturas con su Selenia siempre protegida a su lado.Elevándose en el aire,
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274. UN REGALO DE TU HERMANITA
NARRADORAPero apenas dio algunos pasos, cayó de nuevo de rodillas. El sonido de los cánticos prohibidos se metía a la fuerza en su mente a través de sus oídos.¿De dónde venía? ¡MALDICIÓN! ¡A SU ESPALDA!Sigrid rodó evitando el ataque rastrero a traición.Agazapada sobre la hierba, la descubrió saliendo del oscuro manto de los pinos: era la malnacida de Drusilla.Era ella quien estaba llenando el aire de esas maldiciones que estaban enloqueciendo a Electra.Sigrid avanzó a trompicones, intentando movilizar su magia, pero lanzó un hechizo que falló.No era que Drusilla se estuviese volviendo más poderosa, era Sigrid, que cada vez luchaba con más fuerza por mantener el control dentro del cuerpo que había robado.Drusilla llevaba en sus manos el Libro del Risorgimento; de ahí leía ese antiguo hechizo, y Sigrid lo sabía muy bien: la estaba intentando encerrar dentro del cuerpo de Electra.Por eso perdía cada vez más la batalla. Para empeorar las cosas, de repente Drusilla jaló una cade
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275. ESCAPANDO DE LAS SELENIAS
NARRADORARenata cayó al suelo desmayada, sin poder aguantar la explosión de tanta energía oscura.—¡RENATA! —Alessandre, que miraba desde las sombras, gritó. Le habían dicho que no interfiriera, que ellas dos podían con la situación.Pero ese hombre, ¡maldición!, ese hombre era demasiado poderoso.Corrió hacia su mujer, y todos los vampiros y los guardias reales que también los rodeaban, aunque con temor en sus corazones, salieron del amparo del bosque, gritando y listos para contener a las dos amenazas.La Reina Selenia se desconcentró solo por el segundo en que perdió la conexión con su hija.Miró con incredulidad cómo el suelo verde del bosque se había convertido en una especie de agua oscura, como fango de ciénaga, como brea negra, y dentro de ella se hundía a gran velocidad ese hombre, atrapando a la Selenia contra su pecho.—¡NO ESCAPARÁS TAN FÁCIL DE MÍ! —ondeó la mano con odio, y cientos de dagas doradas asesinas, fueron directo a Silas.Un enorme espectro salió de repente,
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276. ¿SALVACIÓN O TRAMPA?
NARRADORAMérida salió del interior de la casa con un farol colgando de sus viejas manos y, al verlos en las condiciones en que estaban, llenos de heridas, suciedad y sangre, abrió los ojos con asombro.—¡Por todos los cielos!, ¿qué les sucedió a ustedes? —Se acercó a examinar a Sigrid. Su piel estaba caliente, temblaba y sudaba con los ojos cerrados, pasando un gran dolor, luchando constantemente contra Electra.—¡Necesito que cures a Sigrid con tus hierbas! ¡CÚRALA YA! —Silas rugió descontrolado, con todo un manto de oscuridad a su alrededor, a punto de salirse de las ataduras de la cordura.Estaba pidiendo ayuda a una curandera elemental cuando, con su magia, él mismo podía sanar las heridas.Pero sabía que no podía mantenerla dentro del cuerpo de Electra. No sabía cómo hacer esa magia; solo conocía destruir y luchar. No era un mago real ni tenía esas habilidades.—Tranquilo, tranquilo… No la alimentes aquí, es muy peligroso, mejor métela en la ca… Las palabras de Mérida se qued
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277. SÉ QUIEN ERES
NARRADORALos ojos verdes, llenos de lágrimas y de sollozos contenidos, miraron hacia la mujer parada detrás de Silas, la supuesta curandera, pero bajo la luz de la luna, al fin, Sigrid descubrió su verdadero rostro.Sabía que ella venía a enviarla de vuelta y no se resignaba a marcharse, pero sabía que, por mucho que resistiera, el pasado no cambiaría de la manera que ella deseaba.—Te amo, te amo tanto… —le dijo entre sollozos, subiendo los labios mojados y besándolo con desesperación, abrazándolo contra ella, sintiendo por última vez su calor, el latido de su corazón.—Nunca olvides cuánto te amo, nunca lo olvides. Tú no eres Gray, ni Umbros, tú eres Silas, mi Silas…Las palabras no hacían justicia a sus sentimientos, a los sentimientos de ambos.—Sigrid… —Silas, de repente, se quedó algo confundido al verla tan devastada—. ¿Te duele mucho?—Sí me duele… me duele demasiado —ella le respondió entrecortada y él comenzó a entrar en pánico, mirando hacia su pecho, creyendo que la herid
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278. DOLOROSO PRESENTE
NARRADORALe dolía tanto haber presenciado la catástrofe que causaron sus acciones. Ella fue la primera que miró hacia otro lado, que se fue a vivir su vida sin importarle nada más, intoxicada por el poder que la Diosa puso en sus manos, sintiéndose superior.Empezó a manipular esa magia negra y oscura sobre el lago, a experimentar y jugar con ella. Creyó que hacía un bien, solo deseaba eliminarla del mundo.No solo fracasó en su empreño, sino que terminó inventando un método que luego cayó en malas manos y fue utilizado para todas esas atrocidades que hicieron las hechiceras.Silas se infectó con eso, lo alimentó con sus resentimientos, ella misma había creado indirectamente al monstruo llamado Umbros.—Encuéntralo, Sigrid, despiértalo de su odio y dale todo el amor que se merece, que fue robado de su vida. Nadie más que él merece ser feliz… A medida que las palabras de Juno caían, la luz plateada se hizo intensa como una supernova a punto de estallar.—¡SIGRID! —En medio de la lu
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279. LOS MANTENDRÉ A SALVO
VALERIA Al escuchar ese grito desgarrador de mi pequeña cachorra, sentí que el mundo se me caía encima. Corrí a una velocidad vertiginosa, a pesar de las molestias en mi cuerpo. Últimamente, no me he sentido muy bien; creo que es el estrés y la preocupación por las calamidades que se avecinan. Sorteando los árboles, con mi lycan siempre siguiendo mis pasos, me encuentro a Sigrid llorando, sentada al lado del pozo. —¡Sigrid, calma, mi vida, cálmate! —me abalancé enseguida hacia ella y la abracé contra mi pecho, de rodillas sobre la hierba húmeda. Temblaba incontrolablemente, su piel estaba fría. Se escondió contra mi cuerpo, me abrazó desconsolada. Diosa, ¿qué le ha pasado a mi hija en esta hora que llevo separada de ella? —Mamita, mamita… —solo me llama y llora de una manera que me rompe el corazón. No puedo hacer más que acariciar su cabello y tratar de darle seguridad. —Aldric… —lo siento acercarse. Nos abraza a ambas, se sienta en el suelo y nos sostiene con sus brazos po
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280. LA VERDAD
ALDRIC “¡Son cachorros lycans! Aldric, son lycans. Cariño, vas a tener dos cachorritos lobos… no, no… espera…" Azarot rugía emocionado, intoxicado de amor hacia su hembra, pero de repente se quedó un poco rígido. Sacando sus cuentas, se dio cuenta de que si nacían dos machos lycans de su poderoso linaje, tendría que compartir a su hembra con dos machos más. " Aldric, ¿por qué no hicimos más niñas?" "¿Hasta ahora te das cuenta?" Bufé sin dejar de besar la dulce piel de mi Vale. Machos, hembras, lo que sea, estos eran los frutos de mi amor con la mujer de mi vida, la única para mí. La felicidad hubiese sido increíble si no fuera por la situación tan crítica. —Tienes una puntería, mi lobo —me dijo con una sonrisa algo cansada—, con Sigrid igual embarazada en medio de la tormenta. —Lo lograremos, como aquella vez —le dije tomando sus manos y besándoselas. La verdad, esta vez no me siento tan seguro como quiero aparentar. Vuelvo a abrazarla y a pegarme a su vientre. Ahora q
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