229. ACECHANDO EN LA OSCURIDAD
SIGRID—Por supuesto, su señoría, si me acompaña en el trayecto a la mansión, la verdad es que estoy algo enojada todavía —le respondí siguiendo todos estos tontos protocolos.Me ayudó a subir, a los ojos de los demás, parecía un acto cordial, solo una disculpa. La puerta se cerró, la cortinilla se bajó y el carruaje emprendió camino colina arriba, hasta los terrenos de la mansión. En cuanto estuvimos sin testigos, el ambiente afable, se volvió hostil y frío.—Yo fui quien envió la misiva personalmente, la familia De la Croix no fue invitada a esta celebración —me aclaró y asombrándome un poco, pero luego agregó:— La lista de invitados estaba a cargo de la familia Silver, que es aliada de mi familia.Aaahhh, ya entendí. Por mucho que pretendiéramos,De la Croix y los Silver éramos rivales, dos poderosas familias de hechiceras. Morgana y Lucrecia, no eran muy amiguitas que digamos.—Y entonces, ¿qué hago exactamente aquí, Sr. Vlad? —le pregunté sumida en la curiosidad por saber de
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