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Todos los capítulos de Mientras te miro: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 29
— ¿A qué te refieres? — Mi mente sigue por completo perdida en medio de su calor, su abrazo y los pequeños estremecimientos de mi cuerpo ¡Oh por Dios! ¿De todo esto me estaba perdiendo por culpa del imbécil de Lorenzo y su pequeño pene?— Me refiero a que en mi mundo todo es físico, Zoa — Me mira a los ojos y tengo la impresión de que no se siente cómodo — Todo es básico, carnal, no hay tiempo para descubrirse, para entregarse, no como ha sucedido contigo — Mi corazón late con fuerza ante sus hermosas palabras. Sonrío, flotando en un mundo lleno de romance y dulzura.  De súbito, vuelvo a la realidad y la parte de su cuerpo que todavía acojo en mi interior y la humedad viscosa que siento borran la estúpida sonrisa de mi cara. — ¡Oh por Dios! No has utilizado nada —
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Capítulo 30: Que la vida me perdone...
YO EN MODO: ¡SÍ! ¿CÓMO NO? ¿Su dueña? ¿Esta mujer se cree metida en medio de una película de mafiosos? O tal vez ha leído muchos libros eróticos, con situaciones inverosímiles que todas las chicas sueñan vivir algún día y desea que Aramis cumpla sus fantasías.— ¿Leticia? ¿Que haces aquí a esta hora? — Aramis sale del cuarto de baño con una toalla envuelta en sus caderas y yo paso saliva y me vuelvo a mirarlo, está tan guapo con sus benditas abdominales que le doy la espalda a Leticia, sin importarme lo que la diva opine.¡Que no puedo permitir que esta mujer me vea babear como una adolescente! ¡Oh por Dios, acabo de tirarme a un Adonis!— No te he visto y no contestas a mis llamadas, ¿qué sucede, Aramis? — Un momento, están hablando en esp
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Capítulo 31
A pesar de toda la intensa actividad que hemos tenido en tan pocas horas y de que mi cuerpo no está acostumbrado a recibir a un hombre y mucho menos a alguien tan grande y en tan repetidas ocasiones, contrario a que pensaba que caería agotada, no he podido dormir, Aramis duerme a mi lado, boca abajo y completamente desnudo.Verlo es un espectáculo, increíblemente bronceado y hermoso y todavía intento creer que todo lo que ha sucedido es verdad. Miro mi teléfono portable, son las cinco de la mañana y hasta solo hace una hora dejamos de hacerlo como conejos, imagino que sus vecinos van a quejarse, porque no dejé de gritar y no estoy segura de que sus paredes sean lo suficientemente gruesas e insonoras. Pienso en su jefa y en lo que le dijo de sus clientes ¿Será verdad que solo busca un cuadro?, no conozco el apellido de la mujer, pero seguro que si pongo su nombre seguido de ven
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Capítulo 32:.. las veces que no la viví.
YO EN MODO: ¡MALDICIÓN!¡Maldición!Reacciono cuando siento un fuerte dolor en mi espalda y cabeza, me he caído de la cama y me he golpeado, lo que me faltaba, teniendo en cuenta que me duele hasta el último músculo de mi pobre cuerpo, por la noche movida que tuve.— ¡Maldición! — Son los ocho y treinta y cinco de la mañana y voy tarde a la estúpida reunión con Devereux. Esto es literal, comenzar el día con el pie izquierdo, porque no solo voy a llegar tarde, sino que también voy a verle la cara al idiota, a tan tempranas horas de la mañana.Odio la alarma de mi teléfono, no ha sonado y ahora tengo que correr. Aunque, en realidad, no recuerdo haberla encendido.Igual todo es culpa del idiota de Devereux, solo a él se le ocurre programar una reunión a horas, como si la gente no durmiera. ¡Solo
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Capítulo 33
Son las nueve y cuarenta y sé que mi padre va a jalarme las orejas, porque la puntualidad es uno de los valores de la empresa. — Entiendo, señor Devereux, para una próxima vez, la cita podría ser a las diez y así nos quedaremos todos contentos y sus colaboradores podrán descansar un poco más — Le sonrío falsamente y las dos personas que lo acompañan, abren los ojos desmesuradamente, al parecer acabo de ofender a su jefecito.La reunión se me hace eterna y, con la actitud de Travis, no he pedido beberme ni un solo café; busca hasta el más pequeño fallo en la presentación de la campaña que debe ser aprobada en una reunión del Consejo de la empresa de su familia en dos semanas.— Perfecto, espero que podamos vernos en una semana y empezar la campaña.— ¿Una semana? Estoy segura de que la fecha que te
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Capítulo 34: Son las decisiones...
YO EN MODO: ¿DE DÓNDE SE APAGA?Me duele la cabeza, lo juro y, aunado a la voz estridente de Lorenzo, ¿cómo no me había dado cuenta de lo molesta que es su voz? La situación me tiene al borde de una crisis nerviosa, lo que ahora parece muy común en mí. Lleva no sé cuánto tiempo hablando de la moral, la ética, la dignidad y no sé cuántas estupideces más.—Lorenzo, solo estaba follando, no he vendido secretos profesionales, para tus estupideces y tu lesión de falsa moral —le digo completamente exhausta de su discurso.— No son estupideces, Zoa, ¿te imaginas si te hubiera visto uno de nuestros colaboradores o un guardia de seguridad? — Otro al que le encanta esa palabrita estúpida: "colaboradores". Al parecer él y Travis son iguales.— No hubiese pasado nada — Giro en mi silla y cierro las piernas, necesito ir a asearme — o tal vez sí, porque si hubiese sido una chica, estaría pensando en el fabuloso cuerpo de Aramis y dese
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Capítulo 35
Cada noche que vuelvo a mi casa, es tan tarde que en su balcón las luces están apagadas y no se observa ningún movimiento. Sé que debería dejar de observarlo a escondidas y decírselo, pero, no sé mucho de él y poder tener acceso a lo que hace, aunque sea por unos minutos, me permite sentirme más segura y confiada. — Hola, guapo — Lo llamo porque me encanta escuchar su voz ronca, cuando baja algunos decibeles y me susurra al oído. — También te extraño — Cierro los ojos y lo recuerdo aquí, en mi oficina, mientras me hacía gritar de placer sobre este escritorio. Siento las mejillas completamente rojas. "Ven cuando termines y quédate a desayunar" — Me dice y yo sonrío, por su invitación. Hasta el momento no hemos logrado tomar el tan anhelado desayuno juntos.Lila hace un ruido extraño y la miro, ha escrito algo sobre una hoja que puso sobre su pecho. <Invitalo a la fiesta> Suspiro
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Capítulo 36
 En la oficina me puse una camisa de seda, y una falda recta negra, que me llega hasta las rodillas y estiliza mi cuerpo. Me dejé el cabello suelto y me puse un poco más de maquillaje y terminé con los zapatos rojos de tacón que he llevado hoy todo el día. Sé que no me esforcé mucho, pero no pensaba ir.— Estás hermosa —me susurra dejándome un suave beso y me toma de la mano — Vamos a esa cena, tengo el auto estacionado al frente. — En realidad, el restaurante está a tres cuadras, así que creo que podemos caminar, perderemos más tiempo buscando donde parquear.— Estamos cerca, podemos caminar —le sugiero y él asiente.Me pongo mis gafas de sol Y sonrío, se siente increíble caminar tomada de su mano.Agosto acaba de empezar, hace calor y la ciudad está casi vacía o con muchos turistas. Los parisinos se han ido de vacaciones mientras yo trabajo como estúpida para el imbécil de Travis.— Hace mucho calor, ¿verdad? — Susu
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Capítulo 37: ... Las que nos hacen ser quienes somos.
YO EN MODO: ¡CONTRÓLATE, ZOA, CONTRÓLATE!En ocasiones me preguntaba qué se necesitaba para crear un nivel de tensión tan alto que diera la impresión de que se podría cortar la densidad del aire con un cuchillo… En realidad, hasta ahora voy a pensar sobre esto y no pienso seguir perdiendo mi tiempo con ideas tan extremadamente ridículas. Sin embargo, en este momento podría jurar que si tuviese un cuchillo en mis manos, estaría cortando el aire y la garganta de Christal, la estúpida esposa de Lorenzo.— ¿Ares? ¿Lo has llamado, Ares? — Me vuelvo hacia Aramis que mira a Christal con demasiada atención, como si intentara recordarla de alguna parte. — ¿De dónde la conoces? Acaba de llegar a la ciudad, no puedes simplemente conocerla — Mi padre me mira levantando una ceja, interrogante, d&aa
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Capítulo 38
— ¿Cómo sabías que había una oficina en...— Tú y yo vamos a hablar — Me dice Travis muy serio. — ¿No te gusta el vino tinto? — Pregunto con una hermosa sonrisa en mis labios, comienzo a sentirme un poco cansada, debo buscar a Aramis e irme a casa. — No me gustan las mujeres celosas — Me dice y yo abro los ojos ¿De quién está hablando?— ¿Estás hablando de mí? — Me señalo a mí misma y sonrío como tonta. — ¡Dímelo tú! — Su expresión fría y furiosa hace que se salte un latido de mi corazón. Sus ojos claros se oscurecen y me lo imagino en medio de un orgasmo. Debe ser igual, ¿no?— ¿Te sucede lo mismo cuando te corres? — Pregunto acercándome a
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