Todos los capítulos de Marcada por el alfa oscuro: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Complot
Kara esperó la respuesta casi sin respirar, con el corazón apretado en un puño. Se había arriesgado con la mentira, pero era lo único que podía hacer para salvar a Darius. Rohan la observaba en silencio mientras consideraba su propuesta. En su expresión no se podía ver si lo había sorprendido, si le agradaba o le molestaba que le pidiera llevarse a Meara.—¿Estás segura que ella va a romper el vínculo? —preguntó él, rompiendo el silencio.Kara estaba lista para seguir mintiendo, aunque agradeció interiormente que las siguientes palabras eran una verdad a medias. —Sí, la llevo conmigo y podré deshacerme de ese lobo. Meara es la única vía para romper el vínculo.—¿Estás completamente segura? —Rohan frunció el ceño como si dudara, provocando un poco de miedo en ella—. Quiero que vuelvas a ser mía, pero debemos estar seguros.—Estoy completamente segura, Rohan —respondió ella de inmediato—. Me obligaron a estar frente a la bruja. Presencié todo lo que hicieron y dijeron. —Kara hizo todo l
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Protégeme 
Kara respiró profundo mientras caminaba por la plaza de la manada. Sus ojos recorrían todo a su paso. La impaciencia se apoderaba de ella, solo de pensar que tendría que esperar al día siguiente. Se pasó una mano por el cabello, desordenándolo un poco, haciendo que algunos mechones se escaparan y cayeran sobre su frente como rebeldes. Rohan la iba a hacer esperar y eso le provocaba nudos en su estómago. Deseaba irse cuanto antes, no esperar a que su ex decidiera cuando cumplir su palabra. La nostalgia que sentía por su compañero solo le creaba angustia.A lo lejos vio a Galen e intentó cambiar el rumbo de sus pasos. Sin embargo, el anciano la alcanzó. Una sonrisa dividió los labios del viejo lobo cuando se paró frente a ella.—Kara, me alegro verte otra vez —dijo él, y se acercó a ella buscando un abrazo.Ella todavía se sentía traicionado por él y su reacción fue apartarse, retrocedió, aunque su corazón dolía.—Galen, yo… aún no te he perdonado, por favor, aléjate de mí hasta que te
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Sin honor
Kara esperaba en el salón junto a Rohan la llegada de Milo. Ella había pensado que en algún momento del día se iba a sentir culpable de lo que acontecería esa noche. Sin embargo, sentía paz porque al fin su venganza comenzaría. Los miembros de la manada iban a ver una vez más como su alfa tenía el corazón lleno de maldad. El jefe de los cazadores no era un rival fuerte para él. Kara observó al alfa; el rostro del hombre quedaba bajo la sombra tenue que desprendía la lámpara que estaba a su lado.La puerta se abrió y Kara, que no se había movido, se puso en tensión. Milo entró prestándole toda su atención a Rohan. En el rostro del hombre se notaba que estaba sorprendido por haber recibido la orden de ir a la casa de su alfa tan tarde en la noche.Milo observó a su líder con una duda en la cabeza, ¿qué podía querer el alfa con él? No le había gustado la idea de entrar en aquella casa y tuvo deseos de cuestionar su presencia en ese sitio, pero si faltaba al llamado de su jefe, iban a pon
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Traidor
Kara tomó una respiración profunda, decidida a no volver a ser esa mujer que temía de todo. Ella era una loba diferente y tenía que demostrarlo.—No, Rohan, tienes que hacer mucho más si me quieres entre tus sabanas —dijo Kara con voz firme—. ¿Me quieres? Cumple con lo que te pido. Ahora quiero a Meara, dámela y regresaré a ti.—¿Crees que puedes exigir? —inquirió él, entrecerrando los ojos.—Sí, lo creo. Si voy a ser tu compañera, me vas a dar el respeto que merezco. —respondió ella sin dejarse intimidar.Un resoplido dejó escapar el alfa a través de sus labios, mostrando lo indignado que estaba por las palabras de ella. Apretó los labios en una línea recta, pero al ver que ella le devolvía la misma mirada que él tenía, comenzó a reír. La iba a complacer, solo para tener esa loba atrevida entre sus brazos. Dio un paso atrás y salió de su casa con destino a la de su ex, dejando a una Kara observando el cadáver que aún estaba tirado en el piso del salón, preguntándose qué iban a hacer
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¿Me perteneces?
—¿Darius está dentro de la casa? —preguntó Kara.—Sí, está dentro, pero se niega a verte —respondió Leif.El corazón de Kara dio un salto fuerte dentro de su pecho, pero respiró profundo buscando la calma que necesitaba. No había arriesgado su vida para luego perder a su compañero. Sabía que tenía que enfrentarlo y exigirle que no la juzgara por hacer un último intento.—Cuida que no escape la mujer que está dentro del auto si despierta antes de que yo regrese —ordenó al beta.Leif asintió, el alfa no podía reprocharle por dejarla pasar. Él había cumplido con avisarle que no la quería viviendo debajo del mismo techo que él. No lo había escuchado y no le iba a insistir.—Él te ama, sé fuerte en tu decisión de no dejarlo escapar —le dijo antes de apartarse y dejarla pasar.—Envía a alguien por los ancianos, hay que hacer el ritual esta misma noche —Kara le habló por encima de su hombro.El interior de la vivienda estaba iluminado por la luz de la luna, las luces eléctricas permanecían a
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La última esperanza
Mientras el manto de la noche los envolvía, Kara no podía apartar la mirada de Darius. Su compañero se había dejado convencer de realizar el ritual. Estaban otra vez debajo de las ramas del olmo, listos para romper la maldición. Esta vez Meara estaba dentro del círculo de las velas, sustituyendo la vasija ceremonial que la vez pasada contenía la sangre de la descendiente.Darius, con mejor salud, también estaba tendido sobre la hierba dentro del círculo. Él también le devolvía la mirada con una sonrisa llena de amor. El contraste de la piel pálida de la mujer rubia contrastaba con la oscura del alfa. A pesar de la importancia de la ceremonia y de que ella era consciente que la presencia de Meara era importante para romper la maldición, los celos se clavaron como un puñal en el pecho de Kara. Por la belleza que poseía Meara, Rohan la había considerado mejor opción para presentar como compañera, mientras que a ella la había desechado. ¿Y si Darius también la consideraba más adecuada?—T
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Miedo
La luna, que brillaba intensamente, se escondió durante unos segundos en las sombras de la noche. La penumbra cubría las hojas y hierba a su alrededor. El corazón de Kara latía desbocado, como si estuviera en una carrera y no retorciéndose de dolor. Ella no escuchaba los murmullos a su alrededor, ni siquiera las ramas crujiendo, siendo aplastadas por los ancianos que se acercaban a ella y a Darius llegaron a sus oídos.Dolores agudos la atacaban como puñales, su abdomen era atravesado como si estuviera en una batalla campal. Su respiración agitada la obligó a apoyarse en Darius, para recuperar fuerzas y volver a respirar con normalidad. Su mente se inundó de pensamientos llenos de pánico, sabía que significaba ese dolor. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas por el miedo que sentía.«No, no, no». murmuraba, rogando por un milagro.Darius la abrazaba, intentando calmarla. Él no entendía lo que estaba sucediendo con su mujer. Lo único que podía ver era que ella estaba sufrien
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Un rayo de esperanza
Darius obedecía a todo lo que la sanadora le pedía; sin embargo, no podía apartar la mirada del rostro pálido y preocupado de su mujer. Podía escuchar los latidos del corazón de Kara anunciando la angustia que ella sentía. Su propio corazón estaba acelerado, igual que el de su compañera, a pesar de que no veían actuar a la sanadora con ansiedad. Nyra les hablaba con voz tranquilizadora y una sonrisa amable en los labios.—Tienes una pequeña macha, pero no lo suficiente para un aborto —dijo Nyra luego de examinarla.—¿Y el fuerte dolor? —preguntó Kara con miedo, pero con esperanzas.—Pudo ocurrir por varios factores —anunció la sanadora—. Llevas mucho estrés desde el primer día de embarazo. Dos rituales fallidos, una misión a un sitio donde no querías volver, una pelea con otra mujer.El rostro de Kara se puso rojo de la vergüenza que sentía frente a la sanadora y ella misma. Quería mucho a su bebé, pero no se había cuidado mucho.La sanadora comprendió sin palabras lo que estaba pensa
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Sanar el alma
El amanecer estaba cerca de caer sobre la manada y ya comenzaban a escucharse las voces de los miembros del clan. Darius se apoyó en el marco de la ventana de su habitación mientras observaba como su gente se iban despertando para continuar con el funcionamiento de la manada. Todos ajenos al peso que cargaba sobre sus hombros para lograr que ellos pudieran seguir con la vida que tenían cuando él se fuera junto a la Diosa.Un suspiro profundo salió a través de sus labios en el momento en que el recuerdo de la noche anterior llegó a su mente. Por muy poco no perdió a su heredero, el pequeño ser que iba a traer alegría al clan, a su madre y a su compañera luego de su partida. La mezcla de emociones ante el recuerdo lo abrumó.«Eres fuerte, hijo mío. Luchaste para sobrevivir. Compartirás esa fortaleza con tu madre cuando se sienta sola sin mí». Pensó antes de apartarse de la ventana y dirigirse al baño.Decidido a ayudar más en la recuperación de su compañera, Darius comenzó a llenar la b
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No quiero ir contigo
La luz de amanecer nunca había sido tan molesta para Kara, por mucho que intentaba proteger sus ojos del resplandor, el brillo de forma siniestra se colaba entre sus párpados. Enojada con Darius por dejar la ventana abierta, pero con el mínimo deseo de levantarse y cerrarla, se dio la vuelta para taparse el rostro con una almohada. Sin embargo, la luz persistía como gritándole que despertara. Frunciendo el ceño y sintiéndose exasperada, Kara abrió los ojos, dispuesta a estar enojada con todo el que se atravesara en su camino, pero la escena que vio frente a ella la dejó horrorizada.A unos pasos de donde ella estaba, Darius yacía encima de un charco de sangre e intentaba levantarse del piso sin conseguirlo porque las fuerzas de su cuerpo fallaban. Kara no podía moverse, estaba paralizada al ver tanta sangre saliendo del cuerpo de su compañero. Sangre que no solo empapaba el suelo, también manchaba las sábanas que estaban sobre la cama. Cada vez que ella intentaba entender como Darius
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