Capítulo 36. Lágrimas de felicidad
Lea cae en los brazos de Paula y llora, llora desconsolada por su infortunio y por la felicidad que siente en este momento al encontrarla, ella, Paula es como una brisa fresca en medio del calor que la asfixia y una especie de bálsamo para el dolor que siente. Sabe que la consolará y eso, no solventará sus problemas, pero le ayudará a hacerlos mucho más llevaderos. Paula la aprieta contra su pecho en una actitud no solo protectora sino cariñosa tratando de que ese gesto la consuele, pero Lea lleva acumulado el dolor, la angustia y el miedo, lo que le hace imposible dejar de llorar. Sin embargo no todo ese llanto es de sufrimiento también de sus bellos ojos brotan lágrimas de felicidad por haberla encontrado. Lo que espera es que no le de la espalda y que ese abrazo que siente tan fraternal sea de mentira ya que su “supuesta amiga” de la infancia: Sara, la ha ignorado por completo. — Mi niña, si continúas llorando de ese modo tendré que llamar una ambulancia – expone la hermosa mujer
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