Todos los capítulos de Un alfa arrepentido: vuelve a mí, mi luna: Capítulo 51 - Capítulo 60
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Capítulo 51: Miedo al amor
Laia.Haber escuchado la confesión de Zoé me dejó un poco desconcertada. No pensé que su mate fuera a aparecer tan pronto, si solo tenía dieciséis años. Aunque seguía existiendo esa posibilidad, por muy pequeña que fuera.—¿Y qué haces aquí? —cuestionó Caleb, cruzado de brazos—. Deberías ir con él.—¡N-no! —Ella llevó ambas manos a sus oídos—. Yo no estoy lista para esto.—Zoé, tienes que calmarte —Le puse una mano sobre su hombro, tratando de ayudarla—. ¿Por qué no nos ayudas a terminar este banquete y nos cuentas qué pasó?Señalé toda la comida que reposaba sobre la mesita, porque era demasiada para dos personas y sabía lo glotona que podía ser Zoé.Ella se quedó viendo cada plato con una notoria hambre, ya que sus tripas la delataron y su estómago rugió por ella. Se colorizó por la vergüenza.—No fui yo —mintió.—Se supone que era una cita —resopló Caleb—. Pero si nos vas a contar quién resultó ser tu mate, estaré encantado de oírlo.—No finjas interés —masculló la pelinegra, asesi
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Capítulo 52: Estrategias
Caleb.Las transformaciones fueron un éxito y este año tuvimos muchas más que en años anteriores. Eso solo significaba lo mal que estábamos, teníamos que ganar la batalla contra el mal para prevalecer.Iba de camino a la habitación de Laia porque la reunión que tendríamos todos los alfas se llevaría a Cabo en unos minutos, ya Xavier había preparado la sala para tener privacidad.Entré, escuchando la voz chillona de Zoé.—¡Es que no puedo!—Pero no te estoy diciendo que lo aceptes ya, él mismo te dejó en claro que iba a esperarte —La calmó Laia.La pelinegra estaba caminando de un lado a otro con desespero y pisando el suelo con fuerza. ¿Qué carajos le sucedía?—Laia, ¿estás lista? —intervine.Ambas se giraron a verme como si hubiera sido una cucaracha entrometida que no dudarían en aplastar.Tragué saliva.—Ni se te ocurra decírselo a Caleb —Zoé amenazó a mi luna con el dedo índice.—¿Decirme qué? —cuestioné, cruzándome de brazos—. Ya sé que tu mate apareció y te tiene alterada. ¿Acas
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Capítulo 53: Invitación
Laia.Había pasado un día de la reunión, me quedé pensativa sobre todo lo que implicaba mi poder interior. Ni yo misma sabía exactamente de qué se trataba, pero cada vez me estaba acercando.Sabía que la diosa podía controlar a los elementos a su antojo, pero eso de la Ecomancia era nuevo para mí. No tenía idea de que existiera un poder de ese tamaño.—¿En qué tanto piensas? —preguntó Caleb.Estábamos en el patio, sentados en una de las tantas mesas con sombrillas que estaban encima de la cerámica que conformaba el suelo.—¿Por qué no dejaste que Eliezer me siguiera explicando? —inquirí, frunciendo el ceño—. Si él leyó un libro, sabe más que nosotros.—Laia, es mejor que las demás manadas no sepan exactamente de qué eres capaz... —resopló, sin mucho interés.—¿Por qué? —dije, entre dientes.Apoyé el mentón sobre mi puño y me quedé mirando su radiante expresión. Sus grisáceos ojos brillaban por los fuertes rayos del sol que se reflejaban, y las venas de su cuello se marcaron ante mi pr
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Capítulo 54: Calor
Laia.—¿Pero por qué te vas con él? No me digas que me vas a abandonar desde ya —se quejó Zoé, haciendo un puchero.—Solo será esta noche, ¿vale? Además... Sabes que lo normal sería dormir juntos —expresé, agarrándome un brazo.—Yo jamás dormiría con mi mate —aclaró, con molestia.—Eso dices ahora —proclamé—. No vayas a cometer el mismo error que yo de meterte con otro. Se nota que es un buen chico que sabrá esperarte.—¡¿Tú también lo apoyas?! —exclamó, con total ofensa en su rostro.—Lamento decepcionarte, pero sí —me reí.Terminé de ponerme la pijama para ir a la habitación de Caleb. No podía creer que me lo había pedido como un pequeño niño, con la excusa de que quería dormir entre mis brazos.—Por la diosa —suspiró, sentándose en la cama—. Ya vete. Estaré bien durmiendo sola.—No seas dramática, Zoé —Negué con la cabeza—. Ya verás que cuando le des la oportunidad a Ashton, no querrás separarte de él.—No me lo recuerdes.Lo decía porque el muchacho venía a diario a la mansión en
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Capítulo 55: Dosis de placer
Laia.No pensé que hacerlo con mi mate fuera una maravilla. Mi corazón estaba sincronizado con el suyo a pesar del agite que estábamos teniendo. Yo terminé por subirme encima de él y colocar mis palmas sobre sus pectorales.Él sostuvo mis caderas, ayudándome a moverme por lo inexperta que era. El hormigueo que me recorría por dentro era delicioso, tanto para hacerme gemir cada minuto que pasaba.—Sigue, por favor... No te detengas —suplicó, apretando la mandíbula.No me importó que Caleb no tuviera protección, la piel de su miembro erecto y caliente solo me hacía estremecer con cada embestida que ambos nos dábamos. Mi boca estaba abierta, y busqué la suya con necesidad al inclinarme hacia él.Estábamos siendo uno solo en ese momento, dejándonos llevar por nuestros alientos chocantes y ansiosos de ir por más. Queríamos llegar al clímax, y yo no estaba muy lejos de hacerlo.—C-Caleb... Por la diosa —Ahogué un suspiro.Esa corriente eléctrica me invadió por completo en cuanto mis caderas
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Capítulo 56: Confianza
Laia.Desperté con esa fuerte presión en el pecho, haciéndome respirar entre cortadamente y agitada. Caleb, quien estaba dormido a mi lado, sintió mis movimientos y terminó sobresaltado.—¿L-Laia? ¿Qué sucede? —soltó, con la voz ronca.Sus brazos desnudos me abrazaron. Me pude dar cuenta de que ambos estábamos sin ropa debajo de las sábanas y la calidez que emanaba de nuestros cuerpos era increíble.Yo tenía la boca abierta, una fuerte presión me ahogaba, pero también sentía mil hormigueos por doquier.—Yo... —Me ahogué con mi propia voz.Empecé a toser y Caleb me agarró entre sus brazos, buscando dar leves palmadas en mi espalda para ayudarme a mantener la calma.Todo a mi alrededor daba vueltas como si estuviera mareada, pero eso solo me daba la claridad que necesitaba. La diosa ya me advirtió de esos efectos.—Laia, háblame... Me estás preocupando —murmuró, con aflicción.Tuve que hacerle señas con mi mano para que esperara a que mi respiración volviera a la normalidad. Mi corazón
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Capítulo 57: ¿Entrenar o divertirse?
Caleb.—Creo que lo primordial sería que te transformes, así me explicas luego si te sientes diferente —le recomendé a Laia.Ambos nos habíamos adentrado un poco al bosque para explorar más acerca de su nuevo poder. Ella necesitaba poder explicarlo y darme respuestas para entender cómo podíamos mejorarlo.—De acuerdo... Aunque en pleno sol me sentiré sofocada —respondió, con una mano cubriendo su frente.—Acá hay sombra, Laia. No pongas excusas —indiqué, haciéndome a un lado.Ella vino hacia mí a regañadientes. Tal vez porque quería quedarse hablando con Zoé y el tal Ashton, pero yo le recordé sobre nuestro objetivo principal.—Bien.—No me veas como el villano, sabes que ya Payton salió en la búsqueda de Eris —Me crucé de brazos—. Es cuestión de tiempo para que nos dé noticias.—Lo sé, solo quería relajarme un poco —bufó.Ella se acomodó e invocó a su loba interior, la cual poco a poco empezó a presentarse. No me cansaría de ver ese hermoso y brillante pelaje amarillo que rebosaba de
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Capítulo 58: Búsqueda
Caleb.Después de haber tenido el encuentro con Laia, me dispuse a ir a mi oficina en la mansión porque me parecía extraño que Payton haya dado respuestas en tan poco tiempo.Entré y ya estaban tanto Xavier como Eliezer esperándome, junto a una radio en mano. Tenían una expresión seria, y por un momento escuché la voz de Payton salir estática.—Cuéntenme, ¿qué es lo que sucede? —cuestioné, caminando hacia el escritorio.Me senté, dispuesto a escuchar. Primero, Eliezer me entregó la radio por donde se comunicaba con la alfa.—Payton, ya Caleb está con nosotros —avisó el señor, con tranquilidad.—Hasta que por fin apareces, o sea que yo me muero y tú metido en quién sabe dónde —reprochó la mujer.Rodé los ojos.—No seas dramática y vayamos al grano. ¿Dónde te encuentras? ¿Estás en peligro? —interrogué, con las cejas inclinadas.—No. Estoy oculta y monté un pequeño campamento para descansar antes de continuar —resopló, sonando como si tuviera algo metido en la boca.Por eso no me gustaba
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Capítulo 59: Domínalo
Laia.—¿C-casarnos? —balbuceé.Las palabras de Caleb me habían dejado en el limbo porque jamás me imaginé que él me pediría algo así.En el mundo de los hombres lobo, era normal que las parejas se casaran por la obligación del vínculo que poseían, pero casarse iba mucho más allá que el amor que ambos pudiéramos sentir.Unirnos en un matrimonio implicaba tener hijos, sernos fiel hasta la muerte, porque cualquier infidelidad sería castigada por la luna misma ya que era un compromiso más serio. Claro que yo estaba dispuesta a aceptarlo, ¿por qué no?Mis dudas eran generadas por mis propios nervios.—Eso dije —afirmó, mirándome con interés—. Es un trato justo, ¿no crees?—No pensé que un tipo como tú estaría interesado en casarse —bromeé, cruzada de brazos.—Deja de ofenderme, Laia —se quejó, arrugando la boca con dramatismo—. Te recuerdo que ya no soy el mismo de antes.—Muy bien, Caleb. Acepto tu propuesta —Le ofrecí mi mano como tributo—. Me casaré contigo si logras ayudarme a dominar
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Capítulo 60: Una ayudita
Laia.Había pasado un día desde que pude controlar el agua del río, o por lo menos hice el intento. Después de eso, seguí esforzándome para hacerlo con el grifo del lavabo, y sorprendentemente lo estaba manejando mejor al ser una pequeña cantidad.El problema era que me cansaba muy rápido al hacerlo. Moví mi mano, guiando a la poca agua que pude contener en el aire y la deslicé hasta que la lancé hacia la puerta.Me quedé en shock porque no esperaba que alguien la abriera justo en el momento en que lancé el pequeño proyectil.—¡Laia! —exclamó Zoé.Le había mojado todo su cabello y cerró sus puños con enojo. Tuve que regalarle una sonrisa nerviosa porque no esperaba que ella apareciera de repente.—L-lo siento, no sabía que estarías ahí —dije, rascándome la nuca.—Y eso que ya me bañé —bufó, tomando una toalla para secarse—. Hay alguien que quiere verte.—¿Quién?—Una sirvienta, me ha dicho que tiene información importante para ti —Bostezó—. Fuera, fuera, me estoy cagando.Me empujó co
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