—Gracias por el esfuerzo, Marina —dijo Yolanda al salir de la cocina y acomodarse de forma perezosa en el sofá para ver la televisión.Una vez sola, Marina lanzó una sonrisa resignada. Su actuación era tan convincente que todos creían que aún sentía algo por Camilo.La cena, como siempre, estuvo deliciosa como antes y ambas quedaron totalmente satisfechas.—Pasado mañana hay una subasta, ¿me acompañas? —preguntó Yolanda.—Claro, ¿qué te interesa?—El Diamante Corazón Azul....Dos días después, llegaron a la subasta. Marina optó por un atuendo algo sobrio y elegante, perfecto para la ocasión.Un auto plateado se detuvo frente a ellas. El conductor abrió la puerta y Diego bajó con elegancia como pudo, vestido con una camisa negra ligeramente desabotonada, proyectando una actitud relajada.Del otro lado, una mujer con un vestido un poco ceñido se le acercó y lo tomó con delicadeza del brazo.Yolanda, sorprendida, estuvo a punto de saludar, pero al ver la cercanía entre ellos dos, decidi
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