Ha pasado un mes desde que Luciana y Chris terminaron. En este momento, él se encuentra en el baño de su departamento, luchando contra el ardor en su garganta y la sensación de vacío en su estómago. Desde hace semanas, no ha logrado dejar de vomitar, y cada vez que lo hace, el alivio es momentáneo, como una sombra que se disipa.Cuando finalmente termina de vaciar su estómago, se levanta con esfuerzo, se enjuaga la boca y se ducha, sintiendo que el agua caliente alivia un poco la tensión en sus músculos. Sin embargo, el dolor emocional sigue latente, una punzada constante en su pecho que no puede ignorar. Al regresar a la habitación, se encuentra con Gala, que está recostada en la cama, con una expresión de preocupación en su rostro.—Te sientes mal, Chris —pregunta ella, con un tono suave que contrasta con su habitual energía.—No me siento pésimo —responde él, intentando mantener la compostura, pero la fatiga y el desánimo son evidentes en su voz. Se sienta en el borde de la cama, s
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