— ¡Esto es tu culpa! — Falcón escuchó a la madre de Cintia gruñir aquellas palabras —. Si te hubieses deshecho de esa maldita o al menos castigado como se debía ella, no habría hecho esto a mi bebé — gritó —. Por Dios, la lanzó de las escaleras.— No creo que eso sea cierto — Falcón entró al cuarto —. De hecho, todos aquí saben muy bien que Emilia no sería capaz, así que dejen de fingir que realmente se lo creen.— ¿Acaso la conoces tanto? — la madre de Cintia lo miró —, por favor, yo he vivido con ella toda la vida, sé que es una mosca muerta justo como lo fue su…La mujer dejó de hablar cuando el padre de Emilia salió de la habitación, miró a la mujer inconsciente en la cama y masculló una maldición antes de también marcharse del cuarto. Falcón maldijo su suerte. Masajeó su cien deseando que el doctor llegara pronto.Sabía que Emilia no había hecho nada, pero por qué se había lanzado aquella mujer por las escaleras, entonces, por puro rencor. Aquello era increíble. Falcón sintió un
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