Junia, que andaba por los veintiocho, se había hecho algunas cirugías, pero seguía siendo una belleza, igual de guapa que Lara. Ver a una mujer tan hermosa con el trasero en alto era, ni qué decir, una escena muy sexy.—Ay, señorita, esto… esto no está bien…——Faustino no podía apartar la mirada.—¿Qué no está bien? No he dicho nada, y tú eres el que se sonroja. ¡Date prisa y arregla esto, que tengo cosas que hacer!Julia pensó que si Faustino veía el problema, seguro que podía solucionar su implante. Sobre todo porque los exámenes estaban a punto de empezar. Como examinadora principal, si ella faltaba, todo se atrasaría.—Bueno, está bien.—Viendo la firmeza de Julia, Faustino no insistió más. Se acercó, se arrodilló detrás de ella y empezó a darle un masaje.Faustino se concentró, hizo más fuerza y finalmente logró colocar el implante en su sitio.—¡Uy, qué buena mano tienes! Lo has arreglado.—Julia, preocupada por su implante, lo tocó un par de veces, no notó nada raro y, contenta, le
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